Morelia, Michoacán.- Mauricio Mancino presentó siete piezas para el público michoacano dentro del marco del Festival Internacional de Órgano de Morelia en la catedral de la capital.
La catedral estaba lista, una misa previa al concierto había sido la encargada de preparar al público que se encontraba dentro del lugar.
Algunos candelabros iluminaban apenas el centro de aquella iglesia, las imágenes de santos, parecían ser los espectadores más tranquilos, sin fotos del recuerdo, sin movimiento alguno, sólo estáticos en la oscuridad, esperando escuchar una vez más aquel órgano monumental que muy pocas veces suena al año.
La gente impaciente esperaba al maestro Mancino, unos veían una y otra vez aquel programa, como si quisieran saber cuánto duraría aquel concierto.
Algunas personas mayores sucumbieron ante el sueño y comenzaron a entregarse en los brazos del sueño, teniendo como fondo un dulce arrullo de las melodías de Bach.
Mientras que otros prestaban atención a la agilidad de aquel organista, el cual parecía estar jugando alguna consola de vídeojuego, apretando duramente las teclas de aquél órgano.
Los presentes observaban aquella pantalla que les mostraba lo que pasaba en la sala donde se encuentra aquel instrumento monumental, ajenos a su alrededor, veían esas imágenes casi tan atentos como los señores veían las pantallas del partido de fútbol.
Casi para terminar el concierto Maurio Mancino con muestras hacía la cámara mostró su felicidad de haber tocado para el público moreliano y de haber sido invitado a este festival.
Al finalizar su intervención, los asistentes despidieron al italiano con una serie de aplausos, mismos que rompieron el silencio hasta de aquellas imágenes que se encontraban en el lugar.