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Dos policías de Palm Springs murieron baleados el sábado cuando intentaban resolver una disputa doméstica, después de que un hombre con el que habían tenido una conversación calmada sacara de pronto una pistola y disparara, informó el jefe policial de la ciudad a los reporteros.

Un tercer agente resultó herido. El agresor no fue detenido en un primer momento.

“Se trataba de un simple altercado familiar y él eligió abrir fuego contra los guardianes de la ciudad”, lamentó el jefe de la policía, Bryan Reyes, con voz quebrada.

Reyes, al borde de las lágrimas, identificó a los policías muertos como José “Gil” Gilbert Vega y Lesley Zerebny.

Zerebny se había reincorporado al cuerpo hacía poco de su baja de maternidad tras dar a luz a su hija de cuatro meses. Vega, con ocho hijos, tenía 35 años de experiencia y tenía previsto retirarse en diciembre. No se reveló la identidad del agente herido.

Los tres agentes estaban de pie cerca de la puerta delantera hablando con el hombre, “intentando negociar con el sospechoso que simplemente obedeciera, cuando el sospechoso abrió fuego de improviso”, explicó Reyes.

Agregó que el responsable no ha sido aprehendido y podría seguir dentro de la casa en la que los policías fueron baleados. Agentes del equipo de asalto del condado de Riverside rodearon la vivienda y habían tomado el mando de la investigación.

Reyes instó a los medios y otras personas a no mostrar imágenes en directo de movimientos de la policía en medios sociales, señalando que podría ponerlos en peligro.

“Comprendan que estamos buscando de forma activa a un asesino de policías”, dijo.

Luego del incidente, decenas de agentes se congregaron en el generalmente tranquilo vecindario residencial en esta ciudad desértica turística. Los policías bloquearon el acceso de varias cuadras y evacuaron a algunos residentes.

Los agentes dieron instrucciones a los vecinos de permanecieran dentro de sus casas, asegurasen sus puertas y no abrieran hasta nuevo aviso, señaló el sargento de policía William Hutchinson.

Si bien Reyes no identificó al presunto agresor, reveló que la policía había tenido previos asuntos con él.

Una vecina, Frances Serrano, dijo a Associated Press que había llamado a las autoridades después de que el padre del sospechoso acudiera a su casa al otro lado de la calle y dijera que su hijo estaba “actuando como un loco”.

“Dijo que su esposa se había marchado porque le tenía demasiado miedo”, dijo Serrano, añadiendo que el padre había advertido que su hijo amenazaba con disparar a la policía si acudía.

La vecina había vuelto a su casa antes de que llegaran los agentes, dijo Serano, y unos pocos minutos después oyó los disparos. Poco después, agentes llamaron a su puerta y le dijeron que se quedara dentro.

El hombre al que buscaba la policía había estado en prisión y tenía que llevar un brazalete localizador en el tobillo cuando salió, indicó Serrano. Sin embargo, señaló, siempre había sido amistoso y educado con ella y su familia.

“Nunca tuvimos ningún problema con él”, dijo.

El tiroteo ocurrió apenas tres días después de que un popular sargento de la policía del condado Los Ángeles muriera baleado en la localidad desértica de Lancaster.

El sargento Steve Owen respondía a un reporte de robo cuando fue baleado y herido por un sujeto que después se colocó encima de él y le disparó en cuatro ocasiones más.