Morelia, Michoacán.- La exposición de tradiciones de los pueblos indígenas como mercancía, con políticas que apuestan a la masificación turística, como en el caso de la Noche de Muertos, representa un peligro para el patrimonio cultural, advirtió Benjamín Lucas Juárez, consultor en materia de Patrimonio Cultural y Derechos de los Pueblos Indígenas.
En entrevista con Contramuro explicó que “hay que tener mucho cuidado porque esta masificación del turismo está matando a la gallina de los huevos de oro, la tradición, y no es que sea malo el turismo, pero sí la masificación que se está llevando a algunas ceremonias rituales en comunidades donde se precisa de un orden. Vemos que se pretende insertar al turista en una tradición que no le corresponde, ya compra una vela y flores, no se limita a tomarse una fotografía, sino que exige un espectáculo”.
Recordó que todas las comunidades purépecha tienen un conjunto de celebraciones que se sustentan en motivaciones profundas y con raíces históricas que se van reinterpretando y reelaborado con el paso del tiempo, a la luz de su memoria histórica y de la tradición, por lo que los elementos cristianos son parte fundamental del rito.
“Esta no es una fiesta donde se colocan altares como un montaje escénico para una fotografía, sino que el altar forma parte de un conjunto de elementos rituales, por algo que se cree y de lo cual se está convencido; en este caso no se trata de rendir culto a los muerto ni se recuerda a los muertos sino que, convencidos de que llegará, se está esperando el ánima de alguien que falleció en este año, un familiar, un amigo, un ser querido”, explicó.
Entre los elementos simbólicos del ritual de Noche de Muertos que se celebra en Cuanajo, destaca la distribución de las actividades, mientras las mujeres llevan cestos con chayotes, pan, veladoras, flores y fruta, los hombres deben llevar un caballito de madera forrado con diversas provisiones; las ofrendas se colocan sobre un tapete y según la tradición conviven las familias que esperan con el ánima que llega.
De acuerdo con Lucas Juárez, quien también fuera director del Museo del Estado, cada comunidad purépecha celebra la Noche de Muertos con características particulares, donde las ofrendas, los alimentos y los procesos configuran símbolos distintos y de relevancia propia, como es el caso de Cuanajo, donde la ofrenda en el altar no es la comida que el difunto prefería, sino tamales de carne y chile, atole y ponche, mismos alimentos que, como parte de la tradición y comunión con el ánima, consumen los asistentes durante esa noche.
Lucas Juárez también mencionó que hay que analizar las repercusiones del uso de las tradiciones de las comunidades indígenas como mercancías y productos turísticos, en lo que el especialista advierte una política en detrimento del patrimonio cultural de Michoacán.
“La gente no hace esto porque vaya a venir el turismo, es más, lo conservan a pesar del turismo, y no es que éste sea malo, pero creo que las políticas masificadoras son las que están haciendo mucho daño, las puertas están abiertas pero cuando esta masificación interrumpe, es donde se tergiversa y ha llegado a destruir las tradiciones en algunas comunidades”, comentó.
Frente al argumento de la generación de divisas y de la reactivación económica mediante la exposición de las tradiciones, Lucas Juárez señaló que la derrama económica no llega a beneficiar a las comunidades, precisamente porque éstas no celebran sus rituales y tradiciones pensando en obtener provecho de su cultura.