El Real Madrid perdió una gran oportunidad en el Etihad. Le costó, pero el encuentro saltó por los aires y, cuando llegaron las ocasiones, las desperdició todas. Jesé pegó un cabezazo al palo y Pepe mandó al cuerpo de Hart la mejor de toda la noche. El empate a cero es una manzana envenenada. Antes de Milán, la final es en el Bernabéu.
Sin Cristiano, Zidane puso a Lucas a jugar el partido más importante de su vida. Sin Cristiano, Bale no dejó la derecha cuando era el día para volver al lugar donde nació. Sin Cristiano, tampoco estuvo Benzema. Sí en cuerpo, pero no en alma. El francés sólo aguantó 45 minutos. Demasiado visto lo visto. Se pasó la noche dando señales de seguir entre algodones.
El Manchester City y el Madrid se respetaron demasiado. Jugaron al límite, pero sin arriesgar un balón que se convirtiese en arma arrojadiza concedida al enemigo. Había miedo a que corriese el rival y sólo se vio alguna carrera portentosa de Kevin ‘Flash’ De Bruyne.
El Madrid tuvo que sufrir. Las finales no se regalan. Sufrió Pepe, pronto amonestado, y también Ramos, que lo mereció. Sólo el señor Luka Modric tuvo alguna buena idea, pero no le acompañaron. Costó encadenar pases. No digamos romper líneas. La marcha de Silva por lesión antes del descanso fue otra zancadilla más. Entró Iheanacho.
Jesé apareció en escena tras el descanso, aunque el Madrid pareció jugar sin gente arriba durante mucho tiempo. No había nadie para rematar. Cristiano buscó los balones sentado y en chándal. Hasta que se rompió el partido. Hasta que los dos equipos comenzar a estar en reserva. Fue el momento del Madrid.
Ramos cabeceó a manos de Hart, Jesé al larguero y Casemiro se topó a la salida de un córner con el pie duro del guardameta inglés. Después, Pepe fusiló a Hart tras un balón suelto (otra vez desde la esquina), pero el portero salió vivo. El central disparó contra el cuerpo de piedra del portero, héroe de la noche.