La lluvia no fue motivo para que los deudos dejaran las tumbas de sus seres queridos
Erongarícuaro, Michoacán.- El cielo de un intenso rojo anunciaba el atardecer en la ribera del Lago de Pátzcuaro, el olor a la “flor de los muertos” acompañaba la estampa; y los pasos de los deudos de quienes ya partieron se encaminaban a los panteones y camposantos de la región, es la Noche de Muertos en Michoacán.
El rojo del cielo de a poco se tornaba anaranjado y unas nubes grises que advertían lluvia empezaron a aparecer. Poco después de las 17:00 horas en el panteón de Tzurumútaro, los habitantes terminaban de adornar sus tumbas y el característico color de la flor de cempasúchil ya inundaba el camposanto.
Ahí, una mujer de edad avanzada enciende con ímpetu cuatro cirios que colocó sobre la tierra. “Ilaria Talavera” se alcanza a leer en la desgastada cruz de metal a la cabeza de la tumba que ya está adornada con flores y pétalos de cempasúchil.
“Es mi sagrada madre la que está enterrada aquí”, adelanta la mujer de 78 años al intuir un acercamiento de esta reportera. “Cada año vengo con mi hermano (Cayetano) a recordar los buenos momentos, a dejarle flores, a prenderle sus luminarias y a rezarle un poquito”.
Mónica, la señora de 78 años intenta sin éxito encender la última cera, hace un “huequito” con una mano y finalmente logra prenderla. La encaja con fuerza en la tierra y dice: “ese viento que no deja, hasta parece que va a llover”. Recoge con sus desgastadas manos el papel sobrante de las velas, las ramas y se va.
En la plaza principal de Cuanajo “El Caballito” está listo, impone por la altura y desprende el olor que solo en esta temporada caracteriza a los pueblos de Michoacán. A unos cuantos pasos está la casa de la familia Tzoreque Rosas, en donde hace menos de un año falleció un familiar.
Ahí, los caballitos de madera son la ofrenda más común que se lleva a los difuntos, que, en el caso particular son los que mueren en el periodo del 3 de noviembre al 31 de octubre de cada año. Un caballito porque la gran cantidad de frutas, pan, velas, flores y otros alimentos no podrán ser cargados únicamente por el difunto, así que se ayuda de un caballo representado en la tierra por uno de madera.
A unos kilómetros de Cuanajo y ya en el municipio de Erongarícuaro, hay una comunidad que por mucho, es de las más vistosas en la Noche de Muertos (…) se trata de Arocutin, sitio en el que a diferencia de la mayoría, el camposanto se ubica todavía dentro del atrio parroquial y todas, pero todas las tumbas son de tierra, a ninguna se le ha colocado losa.
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La razón: hay la creencia de que los muertos deben regresar a la tierra, de la que nacieron y como lo rezan los evangelios “polvo eres y en polvo te convertirás”. En este panteón de Arocutin la totalidad de las tumbas se visten de anaranjado, se “tupen” e flor y pétalos de cempasúchil, se iluminan con luz natural, la de las ceras que además calienta el ambiente.
Las familias, regularmente sentadas alrededor, en silencio, en contemplación y en oración por el alma de su madre, padre, hermano, hijo, que ahí descansa. La noche ya entrada se ilumina con las veladoras y en el centro se distingue un arco de varios metros de altura.
Se violenta el viento y las frías gotas de lluvia empieza a caer, apagan algunas velas y los deudos las vuelven a encender, se protegen con algún paraguas o un suéter, pero no dejan las tumbas al contrario, las cuidan para que la lluvia no arruine el esmero y devoción con el que esperan, aunque sea por un momento que regresen en esta Noche de Muertos en Michoacán a convivir con ellos.