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La mexiquense Guadalupe González Romero es una verdadera guerrera del deporte, pues en sus inicios en la dura disciplina del boxeo soñaba con participar en unos Juegos Olímpicos. Pero al no dar el peso, abandonó la disciplina y se pasó al atletismo, pero, una lesión de rodilla la introdujo a la marcha y ahora es subcampeona olímpica.

Lupita de “corazón combativo” terminó con la cosecha de 16 años que la marcha no le otorgaba una medalla olímpica a México, además de ser la primera mujer mexicana en conquistar la gloria en la disciplina.

Sí, al igual que otras medallistas olímpicas de México, llegó a su deporte por casualidad, como Ana Gabriela Guevara, quien del básquetbol pasó al atletismo o Aida Román que antes del tiro de arco era nadadora.

La historia de la mejor marchista de la historia en México, está llena de sucesos emotivos, de lucha, de perseverancia y sobretodo: sin desfallecer y nunca rendirse.

En los pasados Juegos Panamericanos de Toronto, pasó del anonimato deportivo a convertirse en figura del atletismo mexicano, tras llegar a la meta de forma dramática, casi desfalleciendo por el gran esfuerzo, alcanzó la meta, ganó el oro y de inmediato se derrumbó por el cansancio una imagen imborrable en la historia del deporte nacional.

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Luego Guadalupe González, se consagró como medallista de plata en la pasada Copa Mundial de Marcha 2016 con un registro de 1:26.17 horas en la prueba de los 20 kilómetros, en la que nuevamente su mayor virtud: “Su corazón combativo”.

Pero años antes Lupita, comenzó en el boxeo, se puso los guantes, pero su bajo peso de 45 kilos le jugó en contra y decidió cambiarse al atletismo, en el que intentó participar en la prueba de los 400 metros, pero su figura pequeña no le ayudó. Una lesión en la rodilla derecha fulminó su futuro en la pista, y entonces por recomendación médica empezó a hacer caminata como parte de su rehabilitación.

Así hace tres años y nueve meses inició Lupita su andar por la marcha y así convertirse en la mejor de la especialidad en México.

Por las calles de Tlanepantla entrena la marcha con 120 kilómetros a la semana,  bajo el consejo y asesoría de su entrenador Juan Hernández, quien fue el formador del fondista Arturo Barrios, así como los marchistas olímpicos Carlos Mercenario y Bernardo Segura.

“Tiene un corazonzote. La diferencia es que Guadalupe trabaja, nunca dice que no y los demás no quieren esforzarse”, señaló a ESPN su entrenador Juan Hernández.

En Río escribió su nombre en la inmortalidad María Guadalupe González Romero,  de principio a fin, luchó con el corazón en la mano y nunca se desanimó, pese a los fuertes ataques de las chinas y la competidora italiana. Lupita peleó como auténtica guerrera y sin rendirse, nunca se dio por vencida y solamente dos segundos de diferencia fueron la diferencia entre bañarse de oro y colgarse la plata.

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Sin duda una competencia en Río en la que hizo vibrar de emoción y satisfacción al pueblo de México que dio cuenta de la convicción y el “corazón combativo” de Lupita González, quien es una auténtica guerrera del deporte y de la vida.


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