La necesidad de acceder y difundir información siempre ha sido una de las causas por la que más ha luchado la humanidad durante toda su historia. La difusión y publicación de distintos tipos de información se incrementó considerablemente gracias a las distintas revoluciones liberales que tuvieron lugar a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX; a ello se sumó la masificación de la imprenta que fue la herramienta clave para aumentar el número de publicaciones de alguna casa editora o de cualquier persona que tuviera acceso a ésta.
En México y en el resto de América Latina se dieron grandes movimientos en favor de la libre imprenta para que los ciudadanos pudieran tener distintas fuentes de información sobre diferentes temas, sin embargo muchos de los regímenes de la región no permitieron el ejercicio del periodismo libre y decidieron censurar a base de la fuerza a aquellas fuentes de información que no les fuesen favorables.
Al acercarse el fin del siglo XX, sobre todo entre las décadas de los ochenta y noventa, la presión social en muchos países que tenían regímenes autoritarios comenzó a forzar a los gobiernos a conceder autorización para que el periodismo y la difusión de información pudieran ejercerse de manera libre, directa y sin intervención del gobierno respecto a temas de interés público.
Con la globalización en auge y el surgimiento de nuevas tecnologías de comunicación en el siglo XXI, parecía que la difusión de información así como el ejercicio periodístico estaban alcanzando su mayor desarrollo, en especial por el uso masivo del internet, y posteriormente las redes sociales.
No obstante hoy en día el periodismo y la difusión de información nuevamente parecen enfrentar grandes desafíos. En primer lugar el mundo interconectado por el internet ha dado lugar a que los llamados “internautas” o usuarios del internet tengan a su disposición nuevos conocimientos, lo que a su vez se traduce en la reducción de la ignorancia respecto a varios temas; esto hace que muchas personas que en la actualidad reciben información diaria de alguna cadena de noticias o periódico, se cuestionen con mayor frecuencia la veracidad de la información que se está tratando de transmitir.
En segundo lugar, aun con todos los problemas de rezago educativo que posee la región de América Latina, en especial México, se está tratando de mostrar a los estudiantes de las nuevas generaciones que a veces los medios de comunicación y de difusión de información pueden estar incumpliendo principios como la veracidad y la imparcialidad, y por lo mismo las personas que los observan y escuchan deben siempre tener una mentalidad racional y crítica sobre la información que reciben por parte de estos medios de comunicación.
En tercer lugar otro desafío presentado en la actualidad, son los redes sociales. Irónicamente aun cuando estas últimas fueron diseñadas para transmitir de forma instantánea tanto información personal como pública, la falta de corroboración en la información que se difunde en las distintas redes sociales, puede conducir a malentendidos e incluso generar desinformación entre los usuarios. Un ejemplo de ello sería el caso de unos vendedores de fresas en la ciudad de Morelia qué indicaron que no les fueron aceptadas 100 toneladas de su producto en EUA, posteriormente la información se difundió en redes sociales y de un momento a otro se comenzó a deformar la información original, dando lugar a que las últimas publicaciones relacionadas con el tema señalaban que por las políticas del nuevo gobierno de EUA las exportaciones de Michoacán estaban comenzando a ser rechazadas. Luego los productores de la fruta explicaron que el producto fue rechazado en EUA por sobreoferta y no por ningún veto o política proteccionista. Sin embargo ello es una muestra de cómo las redes sociales pueden terminar degenerando la información original que esté circulando en ellas.
Finalmente, otro desafío que hoy se afronta por parte los medios de comunicación, es la calidad misma de la información que presentan y transmiten. Los últimos años en particular se ha visto una perdida muy grande en lo que respecta a la calidad periodística sobre todo por parte de las grandes cadenas informativas, ya que cada vez más parece que inclinan la información expuesta hacia algún tipo de postura social, política o ideológica determinada. Quizá el mejor ejemplo actual de esta circunstancia es la forma en que muchos periódicos y cadenas televisivas, sobre todo estadounidenses, están cubriendo las actividades que realiza Donald Trump; desde el inicio de su presidencia Trump ha arremetido contra diferentes medios y cadenas de comunicación, especialmente las que según él pertenecen a la “prensa liberal”, diciendo que falsean información y que presentan dichos sin pruebas contundentes, entre ellas cadenas como ABC y CNN, y periódicos como New York Times, a quienes también acusa de ser parciales y de desinformar al pueblo estadounidense.
Dentro de esto último, muchos expertos desestiman los comentarios de Trump contra la prensa, tildándolos de ridículos y exagerados, sin embargo la misma prensa, a la que él acusa de ser imparcial y mentirosa, responde también de formas no adecuadas para contrarrestar estas ofensivas del ejecutivo estadounidense. Pues últimamente los medios y cadenas a los que Trump ha criticado, generan publicaciones que efectivamente si están orientadas con una carga ofensiva, de simple ataque al presidente estadounidense, lo cual resta credibilidad al periodismo ejercido por estos grandes medios de comunicación. Si bien estas cadenas informativas están en todo su derecho de defenderse de las acusaciones de Trump, deben responder de manera profesional y no empleando su influencia periodística para generar críticas parciales o sin fundamento claro contra el jefe de gobierno.
Ciertamente la globalización ha facilitado el ejercicio del periodismo y de difusión de información en la cuestión técnica, sin embargo, como se ha mencionado, también ha colocado nuevos retos en la cuestión profesional del ejercicio periodístico. Tanto grandes medios de comunicación así como individuos, tienen su respectivo derecho a difundir y exponer información, pero siempre haciéndolo de la forma más objetiva posible y revisando detenidamente la veracidad que supuestamente tengan sus fuentes, de lo contrario estarán desvirtuándose completamente en su propósito.