Por: Francisco Lemus | Twitter: @PacoJLemus
Presa de un creciente oportunismo, Morena se enfrenta a una crisis natural después de una serie de triunfos acelerados y una experiencia partidista muy corta aún. Las contradicciones que enfrenta a nivel nacional se reproducen en los espacios locales, sobre todo en aquellos donde tiene amplias posibilidades de triunfar, como es el caso concreto de Michoacán.
Como bien señala Alejandro Quintanar Pérez, en su texto sobre la historia de Morena, la génesis más palpable de Morena se encuentra en el proceso de desafuero de López Obrador, en donde las bases organizadas en torno a la figura del entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal tuvieron oportunidad de medir fuerzas en contra de un mandato a todas luces ilegítimo.
Después del 2012, los choques con los Chuchos y el deplorable Pacto por México, las contradicciones entre el tabasqueño y el Sol Azteca eran cada vez más agudas y la fundación del nuevo partido, una consecuencia bastante predecible. Aún con las esperadas victorias en la Ciudad de México en 2015, fue por demás sorprendente el avance alcanzado en 2018.
Muchos fueron prestos a calcular las victorias y se apuraron a cambiar de bandera y sumarse a las filas del que hasta ese momento se mostraba más como un movimiento social que como un partido político. Pero una vez consolidado y con la presidencia en sus manos, Morena se fue llenando de los políticos de siempre.
Llaman la atención los contrastes en Michoacán, mientras que hace seis años, prácticamente nadie pretendía buscar la candidatura morenista a la gubernatura, a tal grado que se tuvo que “importar” una candidata con un perfil que pasó prácticamente desapercibido. En este 2020, ante la inminencia de la victoria, la situación es distinta y la disputa empieza a calentarse.
Con la latente posibilidad de la victoria aparecen los viejos intereses, incluso personajes que parecería no volverían a mostrarse pública y activamente en la política estatal, ahora están de regreso intentado recuperar viejos cotos de poder sin considerar mínimamente el papel que desempeñaron en el pasado.
Concretamente, llama la atención que tras una administración por demás desastrosa, en la que la situación de Michoacán comenzó un declive del que aún no logra recuperarse, a lo que recientemente deben sumarse acusaciones de corrupción relacionadas con el caso Odebrecht y su participación en la presa Francisco J Múgica, aún el ex gobernador Godoy pretende intervenir en el proceso electoral.
Definitivamente Morena no necesita de personajes con tal historial, al menos si pretende efectivamente enarbolar la bandera de una política distinta, a la vez que basta recordar cómo el cierre de dicha administración representó una derrota estrepitosa para el PRD que hasta entonces parecía ser el partido más sólido en Michoacán.
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Así como a nivel nacional, la base militante del partido representa la única opción para una solución a la crisis que enfrentan, en el caso de Michoacán, se requiere que la militancia del partido defina cuál debe ser el rumbo por medio del que no sólo el partido, sino todo el estado pueda prosperar, y en definitiva, eso no puede venir de los ecos de un pasado tan negativo.