Foto: Epigmenio Jiménez

 

Antecedentes históricos de partidos políticos en México

Los partidos políticos en el sentido moderno, son organizaciones relativamente recientes en el mundo; van de la mano con la creación de los Estados Nacionales, que a su vez son producto de corrientes de pensamiento como La Ilustración, el capitalismo, el liberalismo político y la Revolución Industrial. La mayoría de los partidos políticos modernos aparecieron durante el siglo XIX, particularmente en la segunda mitad, en la que se distinguieron claramente las corrientes liberales pro-capitalistas y su contraparte, la corriente marxista-comunista. En ese ambiente de fines de siglo surgió también el movimiento llamado de la tercera vía (entre capitalismo y comunismo), impulsado por el pensamiento de la Doctrina Social de la Iglesia, y  particularmente por el Papa León XIII a través de la encíclica social Rerum Novarum.

En Estados Unidos los primeros partidos políticos  aparecieron en los últimos años del siglo XVIII, alrededor de 20 años después de la independencia de ese país.

El investigador de la UNAM,  Dr Francisco de Andrea Sánchez, en su ensayo sobre el origen y evolución de los partidos políticos en México, explica que una vez lograda la independencia de México en septiembre de 1921 y establecido el imperio de Agustín de Iturbide, aparecieron tres corrientes políticas: los iturbidistas, los borbónicos y los republicanos, que fueron los primeros agrupamientos políticos que aunque distaban mucho de tener la estructura de un partido político, tenían la intención de formar organizaciones políticas estables, cosa que se logró hasta mucho tiempo después.

Después de la caída de Iturbide, y ante la falta de tradiciones y costumbres  de organización política, La masonería, que había sido introducida a la Nueva España unos años antes del inicio de la independencia, tuvo gran influencia en las primeras corrientes políticas de la nueva nación mexicana. Los criollos, mexicanos de ascendencia española, que idearon y dirigieron el movimiento independentista, fueron quienes encabezaron los primeros gobiernos en México. Quienes se interesaron por el manejo del Estado se afiliaron a las logias masónicas, que constituyeron una suerte de partidos políticos en esta primera parte de la vida independiente.

Las primeras dos corrientes masónicas que surgieron en México fueron la logia del rito yorkino, integrada por antiguos insurgentes independentistas, y su adversaria, la logia del rito escocés antiguo y aceptado, a la que se afiliaron los partidarios del antiguo régimen, los realistas.

Los yorkinos, influenciados por el diplomático norteamericano Joel R Poinsett, buscaban dejar atrás las antiguas estructuras virreinales y arribar a una era del progreso, imitando prácticamente en todo al Estado Nacional que se había creado recientemente, los  Estados Unidos de América.  Los masones del rito escocés por su parte eran partidarios del regreso de la monarquía borbónica; pugnaban porque algún miembro de la familia real española viniera a México a dirigir el nuevo Estado. Durante algún tiempo las logias hicieron las veces de partidos políticos.

Cuando empezó a declinar la influencia directa de las logias masónicas, aparecieron los Federalistas y los Centralistas, que andando los años fueron identificados a la vez como Liberales y Conservadores respectivamente. Estas facciones políticas  -que no partidos políticos aun-  se enfrascaron en una cruenta lucha por décadas, a consecuencia de la cual perdimos más de la mitad del territorio nacional mediante una guerra de despojo a manos de los vecinos del norte. Esta lucha de liberales y conservadores se resolvió hasta 1867 con la derrota definitiva de los segundos. Los liberales triunfantes iniciaron entonces la construcción del México actual.

Solo al final del régimen de Porfirio Díaz,  en los primeros años del siglo XX, surgieron los primeros partidos políticos en México. En 1906 los hermanos Flores Magón  -Ricardo y Enrique-  fundaron el Partido Liberal Mexicano, una organización que rápidamente transitó del liberalismo al anarquismo. Este partido tuvo influencia importante en los movimientos obreros de inicios del siglo XX, entre ellos las conocidas huelgas obreras de Cananea y Río Blanco. Este partido tuvo poco arraigo y totalmente debilitado se disolvió en 1927. En 1909 Francisco I Madero creó el Partido Nacional Antirreeleccionista, con el solo propósito de ser la plataforma para su campaña a la Presidencia de la República.

Una vez pasada la fase armada de la Revolución, el grupo de caudillos norteños triunfante  -la mayoría de ellos sonorenses-  fundó varios partidos con objeto de articular el apoyo electoral y las políticas públicas de los nuevos regímenes revolucionarios. Entre 1916 y 1928 existieron los siguientes partidos:

Partido Liberal Constitucionalista

Partido Liberal Nacionalista

Partido Nacional Cooperatista

Partido Nacional Agrarista, y el

Partido Laborista Mexicano

Aunque pretendían ser nacionales, estos partidos políticos de la pos-revolución se concentraban principalmente en la ciudad de México, siendo prácticamente desconocidos en el resto del territorio nacional. Tuvieron corta duración porque prevalecía el autoritarismo de los caudillos revolucionarios triunfantes. Estas organizaciones semi-oficiales, aunque cumplieron su cometido de ser plataformas para la formación de gobiernos, estuvieron siempre sometidas a los vaivenes de los gobernantes y la precaria estabilidad política de esa época.

El partido de la Revolución

El 17 de julio de 1928 murió en un atentado el candidato electo a la Presidencia de la República, el general Álvaro Obregón. A consecuencia de este hecho, el primero de septiembre de ese mismo año, el presidente Plutarco Elías Calles pronunció un largo discurso en la apertura del periodo de sesiones del Congreso de la Unión, en el que llamó a los hombres de la revolución a pasar de la condición de “país de solo hombre” a la de una nación de instituciones y leyes, a pasar de un sistema de gobiernos de caudillos a un régimen de instituciones. En otras palabras, declaraba que quedaría definitivamente atrás la tradición tan arraigada de los caudillos y se adoptaría un sistema político de instituciones y no de hombres providenciales.

Destaca también en este discurso el llamado a grupos políticos no revolucionarios, a quienes se refería como la reacción, a participar en la vida política y electoral de país y competir por el acceso al poder público.  Para este grupo en el poder todo lo que divergía de sus intereses era etiquetado como  la reacción; o se era revolucionario, o se era reaccionario, según esta visión maniquea. El argumento de calles para el llamado a estos grupos que no coincidieran con sus ideas, era que por este medio se podrían evitar las guerras intestinas entre los revolucionarios, los cuales sin enemigos ideológicos a la vista en las cámaras, se atacaban y se destruían entre sí.

Este fue el origen del Partido Nacional Revolucionario, un partido de alcance nacional, un partido de los revolucionarios para los revolucionarios, que nacía con el objetivo fijar los procedimientos de acceso al poder, eliminar los enfrentamientos internos que frecuentemente derivaban en asesinatos políticos, y dar estabilidad política al país. El PNR fue fundado el 4 de marzo de 1929. Fue el primer antecesor del actual PRI.

Contexto Nacional en la fundación del PAN

Don Manuel Gómez Morín es la figura central y fundamental en la creación de Acción Nacional. Este ilustre mexicano, uno de los Siete Sabios de México, es, como afirma el escritor Enrique Krauze, un hombre de la Revolución Mexicana.

Gómez Morín es parte de una generación de mexicanos –a la que él mismo llamo generación de 1915–  que se involucraron con intensidad en la parte constructiva de este movimiento, conocido como pos-revolución. Como muchos miembros de su generación, consideraba que México se encontraba en aquel momento histórico,  ante una gran oportunidad, ante un gran sino, como el mencionaba en sus escritos (es decir, un signo o señal de un impulso vital o fuerza que señala un destino)  que debía ser  correctamente interpretado y aprovechado para llevar a la nación a un mejor futuro. En ese afán participó durante un par de años como funcionario público y después contribuyó de manera destacadísima en la creación de importantes instituciones y leyes que han contribuido de manera decisiva al progreso de nuestro país.

En el intercambio epistolar entre Gómez Morín y José Vasconcelos, fundador este último de la SEP entre muchas contribuciones a México, hay tres largas cartas del primero al segundo. Estas cartas están fechadas entre 1926 y 1928, y en ellas Gómez Morín detalla a Vasconcelos sus planes para formar un partido político que tuviera primero como base una doctrina política y como complemento una “ingeniería política y social” para avanzar con paso firme en el progreso del país. Tenía la idea de que esta institución fuera verdaderamente de alcance nacional y permanente, y no solo un partido temporal organizado en torno a algún caudillo que utilizaba su estructura como plataforma en alguna elección en particular, cosa que sucedía entonces con los partidos políticos de esos años.

Este primer intento de creación de una organización política no cuajó, entre otras cosas por la cercanía de la campaña presidencial de 1929, en la que Vasconcelos contendió contra el candidato oficial Pascual Ortiz Rubio. Gómez Morin estuvo encargado de la recaudación de fondos de la campaña vasconcelista.

En la primera mitad de la década de los treinta del siglo XX, Gómez Morin adquirió notoriedad nacional después de su denodada lucha  por preservar la autonomía y la libertad de cátedra de la Universidad Nacional,  siendo rector interino de esa institución. La gran mayoría de maestros y alumnos apoyaron a su rector y la Universidad pudo escapar de los intentos del régimen de esos años de convertirla en un centro de adoctrinamiento marxista.

En el ocaso del régimen del general Lázaro Cárdenas, Gómez Morín revivió su antiguo proyecto de fundar un partido político, que en su visión, debía representar auténticamente la naturaleza de la nación y se apegara estrictamente a los métodos institucionales y pacíficos para el acceso al poder público. A mediados de 1938 se iniciaron los trabajos para la conformación de la nueva organización. Para entonces ya se había encontrado el cuerpo doctrinal que serviría  – y sirve hasta el presente-  para encuadrar el pensamiento político de la nueva institución: el Humanismo Político, una doctrina política basada en la filosofía aristotélico-tomista y en los conceptos de la doctrina social cristiana. Así nació entre el 14 y el 17 de septiembre de 1939, el que sería junto con el PNR,  el segundo partido permanente y de alcance nacional en nuestro país, el Partido Acción Nacional.