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Cría cuervos y te sacarán los ojos, reza el muy conocido refrán que todos hemos escuchado y utilizado alguna vez. En buena medida eso es lo que ha sucedido con el sindicalismo magisterial, y de manera muy particular con el insumiso y rebelde movimiento disidente del sindicalismo magisterial oficial, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, muy conocida como la CNTE

 

Fue en 1943, durante el régimen de Manuel Ávila Camacho, y siendo secretario de Educación Pública Jaime Torres Bodet, cuando un Congreso de Unificación Magisterial auspiciado por el gobierno dio origen al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, el SNTE. La creación de este sindicato se inscribía dentro de la política de los regímenes de la Revolución que buscaba la formación de organismos corporativos que dieran solidez política y electoral  al sistema, a cambio de canonjías y cargos públicos a los dirigentes del sindicalismo oficial.  El moderado presidente Ávila Camacho  consideraba fundamental la expansión de la educación como base para la industrialización y modernización del país, y en esto los maestros eran un factor fundamental.

 

El SNTE fue un aliado fiel y confiable de los gobiernos priístas y su partido,  que se autoconsideraban herederos de la revolución. Los lideres-caciques más destacados de este organismo sindical fueron Jesús Robles Martínez y Carlos Jonguitud Barrios, que ejercieron su poder sobre el sindicato por décadas. En seguida de ellos surgió Elba Esther Gordillo. El SNTE fue pieza valiosa en el mantenimiento del sistema político mexicano, que tenía como componente importantísimo al PRI, partido hegemónico en México hasta mediados de los noventas del siglo pasado.

 

El autoritarismo de los dirigentes del SNTE, su vertical manera de ejercer el poder, la antidemocracia sindical, la corrupción en el manejo de recursos y el influyentismo en el otorgamiento de plazas hicieron surgir movimientos internos de oposición, como el liderado por Othón Salazar en los cincuentas, o el Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM) en los sesentas. Estos grupos eran de ideología izquierdista, o inclusive ligados al partido comunista mexicano como fue el caso del MRM. Estos grupos podrían considerarse precursores de la creación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, la CNTE, surgida en 1979 en contra del líder y cacique magisterial potosino Carlos Jonguitud Barrios. Las secciones 7 de Chiapas y la (ahora tristemente célebre) sección 22 de Oaxaca fueron las iniciadoras de este movimiento.

 

Carlos Salinas de Gortari, en 1979 y apenas iniciado su periodo de gobierno, se desembarazó de algunos añejos líderes sindicales que no lo apoyaron electoralmente y/o le eran incómodos. Son muy conocidas las historias de cómo hizo caer a viejos líderes sindicales vitalicios mediante métodos nada ortodoxos, como fueron los casos del líder petrolero conocido como La Quina y del líder de sindicatos de músicos Venus Rey. La misma suerte corrió el líder magisterial Jonguitud Barrios. Salinas utilizó hábilmente el activismo de la CNTE para deshacerse de quien parecía eternizarse en el sindicato de la educación. Sin embargo, apenas caído Jonguitud, el mismo día Salinas maniobró para poner al frente de los trabajadores de la Educación a la maestra Elba Esther Gordillo. La CNTE se opuso al instante a esta maniobra salinista.

 

La CNTE nació con una ideología y una visión de izquierda, con un abanico de grupos en su interior que van desde relativamente moderados hasta extremistas radicales de la izquierda. Sus objetivos declarados, y hasta la fecha sostenidos (lo cual se puede comprobar fácilmente visitando sus sitios web) son: primero, democratización del sindicato magisterial, es decir, democratización del SNTE; segundo, democratización del sistema educativo, que en la práctica significa poner en vigor una visión izquierdista o aun comunista de la educación, y finalmente su último objetivo es la democratización de la sociedad, es decir, la transformación de la sociedad y su conversión a una sociedad nueva. Aunque no dicen explícitamente que significa para ellos una sociedad nueva, se entiende que es una sociedad comunista. Nada menos…

 

En el camino, y en la lucha intergrupal por puestos, recursos y plazas, se ha perdido muchas veces el sentido original y los objetivos de esta agrupación. El poder desgasta, y en el caso de la CNTE los ha desgastado severamente. En distintas épocas el gobierno federal y algunos gobiernos estatales han utilizado a la CNTE como grupo de presión, como operadores políticos y como base electoral, ofreciendo a cambio recursos, cargos públicos y de elección,  y hasta el manejo de los organismos estatales de educación, como ha sucedido en los casos de Oaxaca y Michoacán. El resultado no podía ser otro: Estos grupos crecieron anárquicamente, son contestatarios y en muchos casos violentos.  Un frankenstein impulsado y alimentado por algunos gobiernos, que ahora es prácticamente incontrolable y potencialmente peligroso para la estabilidad del país.

 

La retórica actual de la CNTE sigue siendo la original, izquierdista y aun comunista, solo que en los tiempos actuales resulta de lo más anacrónico, anquilosado, en extremo conservador y fuera de época su discurso. En su sitio oficial, en los discursos de sus líderes y en los pocos escritos que se pueden encontrar de ellos todavía encontramos frases como “…somos una organización de masas, independiente de la burguesía… luchamos por un modelo educativo contrario a los intereses de la oligarquía y las trasnacionales.. que quieren sostener la dominación y la explotación capitalista…”. Su lema actual pinta de cuerpo entero a este movimiento: El maestro luchando, también está enseñando. Esa es la visión que tienen de la educación

 

La CNTE se dice democrática, pero no se refiere a la democracia representativa a la que estamos acostumbrados, sino a una especie de democracia directa, sin tiempos, democracia asambleísta, democracia de las calles, de los comités de bases. En la práctica sin embargo, las decisiones suelen ser con frecuencia verticales, autoritarias, lejanas a las prácticas auténticamente democráticas aun en el sentido de la democracia directa.

 

En Oaxaca, en 1992 el gobernador Heladio Ramírez hizo un acuerdo con la CNTE y prácticamente formó un co-gobierno con esta. Creó y entregó a los maestros el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, el  IEEPO, lo cual le dio mucho poder derivado del acceso a importantes recursos y manejo de plazas, a la CNTE.

 

En el caso de Michoacán, tras la imposición de Elba Esther Gordillo en 1989, hubo una fuerte oposición y activismo de una parte de los maestros michoacanos, agrupados en el Movimiento Democrático Magisterial (MDM). Hubo acciones de contención y encarcelamiento de cientos de maestros del MDM por parte del entonces gobernador Genovevo Figueroa. Algunos de los líderes que se destacaron entonces fueron Delfino Paredes, Raúl Moron, Rogelio Sosa, Fabiola Alanís, Sergio Espinal, Juan Manuel Macedo y Filemón Solache, entre otros.

 

El MDM michoacano  se integró a la coordinadora nacional de trabajadores de la educación, la CNTE. Sigue la misma retórica y objetivos de esta; han hablado de poner en marcha algunos programas que llaman socioeducativos como las escuelas integrales, la alfabetización popular y el programa de lectoescritura, que en la práctica no se han aplicado.

 

Algunos de los grupos han optado por la vía electoral y se han moderado, llegando a ocupar cargos de dirigencia partidista, cargos de designación y de elección popular dentro del PRD (Raúl Moron, Fabiola Alanis, y hasta Juan Pérez Medina, que fue diputado federal), otros se radicalizaron y han protagonizado numerosos bloqueos, marchas, plantones y actos vandálicos, con el fin no declarado pero en la práctica buscado, de mantener el acceso a privilegios laborales, manejo de plazas y jugosos recursos  -de muchos cientos de millones anuales-  que le extraen cada año al gobierno estatal vía las famosas “minutas”. El resultado es un profundo rechazo social al movimiento y a las acciones de la CNTE en Michoacán.

 

El primer gobernador perredista de Michoacán, Lázaro Cardenas Batel, cometió el error, ante el enfrentamiento del SNTE y la CNTE en el estado, de otorgarle reconocimiento a la CNTE y de dar juego a ambos bandos, lo cual provocó un desorden aun mayor en el sistema educativo estatal. Durante su campaña electoral, el también perredista Leonel Godoy Rangel aparentemente hizo compromisos con algunos grupos de la CNTE (para la entonces la CNTE en Michoacán estaba dividida hasta en siete grupos internos) a cambio de apoyo a su campaña. Esto se deduce porque al iniciar su periodo de gobierno, entregó la Secretaria de Educación Pública Estatal a uno de estos grupos, lo que ocasionó airadas y frecuentemente violentas manifestaciones de inconformidad de otros grupos, que mantuvieron durante toda la administración tomada la sede de la SEP estatal. Las marchas, plantones, abandono de clases, bloqueos de vialidades, casetas de cobro, bancos y centros comerciales se ha convertido en algo cotidiano en la capital  y otros lugares del estado, todo a cargo de la CNTE, y también de algunos grupos afines como los normalistas de la escuela normal de Tiripetío.

 

En estos días, los mexicanos vemos como se desarrolla, a nivel nacional, el conflicto entre la CNTE, opuesta a la reforma educativa, y el gobierno federal. Esta agrupación, que nació como respuesta al corrupto sindicalismo oficial, se convirtió pronto en la imagen de espejo de aquello que decía ser su razón de ser. Ha caído en los mismos vicios, y excesos aun mayores, del sindicalismo que decía querer democratizar. La CNTE ha sido instrumento, voluntario o involuntario,  al servicio de algunos gobiernos  que la consintieron, la impulsaron y la alimentaron en algunas épocas, y ahora no se encuentra la vía para deshacerse de ella. Es en este momento un riesgo potencial, inclusive, para la paz social de la nación. Cría cuervos y te sacarán los ojos.