Francisco Lemus | Twitter: @PacoJLemus
Una elección y decisión completamente mediatizada se ha celebrado en el vecino del norte, lo que ha dejado un clima de incertidumbre no sólo en aquel país, sino que se ha extendido más allá de sus fronteras. Aunque el conteo no se ha concluido formalmente es notable la insistencia de los medios masivos por dar como hecho el triunfo de Biden y la derrota de Trump.
Sin pretender de manera alguna defender a un personaje tan funesto como Donald Trump, cuya tendencia a mentir raya en lo patológico, es importante resaltar la forma en que los medios en forma de avalancha se han apurado a cantar la victoria de su contrincante el demócrata Joe Biden, mientras que han optado incluso por censurar los discursos del actual presidente.
A estas alturas, y prácticamente sin posibilidades de enfrentar una batalla medianamente pareja, Trump se ha desvanecido de sus funciones, sin aclarar sus intenciones, pero con un marco de acción cada vez más reducido, pues los medios han logrado generar en el grueso de la opinión pública la impresión de que la suerte está echada. A lo que se debe sumar el hecho de que el presidente y sus allegados carecen de pruebas del fraude electoral del que se han jactado.
Definitivamente Trump dista mucho de ser un demócrata, en el sentido universal de la palabra, al igual que ha dado notorias pruebas de ser un personaje ajeno totalmente a la autocrítica y la menor reflexión. Sus actitudes en definitiva son las de una persona acostumbrada a salirse con la suya en cualquier circunstancia, por lo que debe sentirse asfixiado por el alud que se viene sobre de él.
Desde 2016 demostró, por sus declaraciones, que sólo reconoce a la democracia cuando ésta le es favorable, mientras que siendo el caso contrario -como ha señalado en diversas ocasiones- no es capaz de reconocer la derrota.
A pesar de ello, es difícil regodearse del vapuleo del que ha sido objeto por los medios de su país, ya que esto en realidad revela una batalla entre dos posturas igualmente antidemocráticas. Trump estuvo lejos de ser la figura que los grandes magnates de los medios de comunicación deseaban, por lo que desde el primer día fue el blanco preferido de miles de parodias y burlas.
Inclusive Rupert Murdoch, presidente de Fox News, brazo mediático del conservadurismo estadounidense ha mostrado pocas simpatías hacia Trump, sin embargo Fox mantuvo su apoyo aún en las situaciones más absurdas, más por lealtad a su público, que al magnate inmobiliario. Lo que ha quedado patente en los últimos días, en que ellos también le han negado el micrófono.
Como dice un viejo proverbio africano, “cuando los elefantes luchan, la hierba es la que sufre”, así el público y en general la democracia del mundo es la que sufrirá las consecuencias de las pugnas entre los medios masivos y el presidente, ya que es muy probable que esto marque una agenda de cómo se llevarán a cabo las elecciones en EEUU y el resto del mundo.
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Aunque también cabe la posibilidad que la soberbia mostrada por estos grandes consorcios mediáticos, más allá de que la hayan dirigido a un personaje tan nefasto, mine la confianza del público y entonces, así como Televisa después de la truculenta elección del 2012, hayan marcado el camino de su propio declive. Ojalá este sea el caso.