Francisco Lemus | Twitter: @PacoJLemus
Morelia se ha sacudido por los recientes asesinatos de dos jóvenes mujeres, sin duda, el asesinato de la joven maestra Jessica González ha sido el que más ha conmovido a la opinión pública, tanto por la saña con la que se realizó, como por la posibilidad de seguir el caso desde que la joven desapareció el 21 de septiembre pasado.
Aunque hay quienes prefieren evitar tocar el tema o señalarlo como una circunstancia extraordinaria, la realidad es que en México las cifras de feminicidios siguen en aumento, y como bien han apuntado feministas de todo el país, no es consecuencia de casos extraordinarios, sino que es el resultado de pautas sociales que se han normalizado.
Como hombres cargamos con un cúmulo de actitudes y visiones que favorecen la idea de que las mujeres están ahí para seguir nuestros designios y órdenes, que en una relación su papel es el de obedecer abnegadamente a su pareja, y esto no es simplemente una decisión personal, es resultado de una cultura que ha reforzado estas ideas.
Literatura, poesía, cine, música, etc. en todos estos elementos podemos encontrar patrones que refuerzan dichas ideas, y se han naturalizado al grado de tratar de asegurar que el papel que socialmente se ha construído para el género femenino es algo que se dio por ley, ya sea divina o natural, y por tanto es inamovible.
Desde luego a los hombres también se nos otorgan roles que han sido construidos socialmente, pero que se pretenden como herencia natural. Y aunque estos nos afectan -obviamente que lo hacen-, en suma estas afectaciones están muy lejos de ser conmensurables con las que el género femenino debe cargar.
Todos y todas podemos pagar con nuestra vida el ejercer esos roles, sin embargo las circunstancias que proliferan en el caso de las mujeres son muy distintas a las que nos afectan como hombres. Mujeres como Jessica son asesinadas todos los días por confiar en su pareja o una persona con la que comparten algún vínculo sentimental.
También hay mujeres que han asesinado a hombres, es innegable, pero estadísticamente hablando, el número de casos es irrelevante comparado con el de mujeres que mueren a manos de un hombre, ya sea conocido o desconocido. Además de que los asesinatos de hombres a mujeres suelen tener componentes sexuales, que no se presentan a la inversa.
Estas condiciones no son hechos incorregibles y son posibles modificar, la violencia en la humanidad, siempre ha existido, pero desde la fundación de las sociedades modernas, con Estados definidos y sólidos, los porcentajes de muertes atribuidas a la violencia, incluso la de las guerras, han descendido de manera terminante, así esta violencia puede y debe modificarse.
Y aunque existan estas condiciones culturales con las que se debe luchar todos los días, no se puede tampoco hacer menos el papel de las instituciones y de los gobiernos, y tanto los gobiernos de Morelia en particular y Michoacán en general, deben atender a sus responsabilidades, el asesinato de dos jóvenes mujeres en menos de una semana es muestra de que éstos no están haciendo bien su trabajo.
Es reprobable el hecho de que ambos gobiernos han mostrado poco compromiso, si de acciones se trata, para evitar que estas situaciones se repitan, y que sí han tratado a como dé lugar de capitalizar políticamente los hechos, como si ellos no tuvieran responsabilidad alguna en ello.
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