Morelia, Michoacán.- “¿Padre por qué me has abandonado?” Cuestionó Jesús de Nazaret personificado por Rafael Vázquez Hernández, durante la representación de La Pasión de Cristo puesta en escena por los internos del Cereso Mil Cumbres, y los solemnes rostros de los presos parecieron gritar en silencio la misma pregunta.
Violadores, asesinos, ladrones, incluso exautodefensas, todos aglutinados para participar u observar el tradicional Viacrucis que cada año se realiza al interior del Cereso “David Franco Rodríguez”, conocido como Mil Cumbres.
Por este día, todos los internos fueron el nazareno. Los Cristos abandonados del Mil Cumbres, al menos así me pareció al ver aquellos rostros desencajados o a la espera de cumplir su sentencia para salir libres y crearse una vida nueva, una vida alejada del pasado que los llevo al penal del municipio de Charo.
Desde que llegamos, un grupo de internos espectadores de la puesta en escena del Viacrucis se nos acercaron. Algunos pedían un cigarro, otros intentaron vender rosarios tejidos en puro hilo negro, algunos más nos pidieron unos cuantos pesos para comprar una torta, pues aseguran que al interior del Cereso hay trabajo, pero es “muy mal pagado” y tienen que trabajar días para comprar un jabón o incluso una cajetilla de cigarros.
Ahí conocí a Luis, un interno originario de Apatzingán sentenciado a 60 años de prisión por asesinar a cuatro personas. A Luis no le apenó confesar su delito, pero explicó que el multihomicidio que perpetró se debió a que antes de eso le mataron a su padre, un hermano y un primo.
Este día Luis también fue un Cristo, un Cristo abandonado en el Cereso. Luis nos comentó que asesinó a cuatro personas por venganza, y una vez preso, los familiares de quienes mató, aprovecharon su reclusión en el Mil Cumbres y le arrebataron la vida a sus últimos familiares, su esposa y su hijo de 6 años.
Luis nos platicó cómo su hijo no solo fue asesinado, sino que se ensañaron con él, sus homicidas lo despedazaron, lo mutilaron, pero tras 13 años de estar en prisión, Luis ya no piensa en la venganza, o al menos eso dice, pues asegura llegar a los 20 años interno, y así tener derecho a apelar su sentencia, con la esperanza que le sea favorable y poder salir en libertad para rehacer su vida.
Luis me pide “haz paro canas, regálame tu caja de cigarros”, yo tomo dos para calmar mi vicio mientras anuncian que está por iniciar el viacrucis, y entre tanto, Luis habla esperanzado, “una vez que salga de aquí, me voy a ir pal norte, vendo la casita que tengo en León, Guanajuato, y de ahí sale”.
Me ha parecido interesante su historia de vida, yo le pregunto, “por qué no te vas a tu casa ahí, y desde ahí empiezas una nueva vida”, Luis responde, “si se entera la ‘maña’ que salí, me va a querer jalar, y ahí si no jalas, te matan”.
Luis quiere empezar de nuevo su vida una vez que salde su condena en el Cereso, pues asegura que ha aprendido oficios como la carpintería, electricista, albañilería, e incluso sabe elaborar cinturones.
Nos separamos, ya obtuvo una cajetilla de cigarros que le costaría cuatro días de trabajo al interior del penal. Mientras tanto, los familiares de los internos se acomodan, todos buscan la sombra para observar la representación, pues el sol del mediodía pega fuerte.
La representación de la Pasión de Cristo a desatado todo tipo de expectativas y gestos, algunos interno se sorprenden de los azotes que le propinan los soldados romanos a Jesús de Nazaret. “A’ijo e’lachingada”, exclaman entusiasmados mientras ven la obra.
Otros ríen a carcajada suelta mientras Barrabás grita victorioso, “soy libre, soy libre”, una vez que ha sido perdonado por Poncio Pilato y Jesús es condenado a la crucifixión; otros más no lo pudieron evitar, y aprovechan para comprar una nieve o alguna comida chatarra mientras disfrutan la obra.
Las tres caídas del Cristo abandonado
Estamos llegando a los momentos culmen de la representación de la Pasión de Cristo, y se me acerca Gilberto, acusado de homicidio. Gilberto me pide un cigarro y me pide le regalé mi encendedor. Me asegura lo usará para su trabajo al interior del Cereso.
Gilberto también tiene ganas de desahogarse, es otro Cristo abandonado del Cereso Mil Cumbres. Mientras el nazareno camina cargando la cruz, Gilberto me explica que lleva interno 9 años y espera con ansias llegar a los 15 años de su condena para poder apelar y salir libre antes de cumplir su sentencia de 20 años de cárcel.
Gilberto vivia en Punhuato, y con voz triste, que da la impresión de arrepentimiento, asegura que lo peor que uno puede hacer cuando está preso es quedarse encerrado. Me plática que es un interno activo, participativo en las labores y talleres que se llevan a cabo en el Cereso.
Gilberto me dice, “aquí te tienes que hacer a la idea de que ya estás aquí, si te quedas en tu celda, encerrado y estás nomás piense y piense que estás preso, te caes gacho, yo por eso mejor me pongo a trabajar”.
Espera con ansias cumplir su sentencia, mientras yo le digo, “se vale caerse, pero lo que no se vale es quedarse tirado, todos nos equivocamos”, él responde, “así es carnalito y yo quiero empezar de nuevo cuando salga de aquí”.
Gilberto me agradece el haberle regalado mi encendedor, mientras llegamos al sitio donde será crucificado el nazareno. Ahí es colocado en la cruz junto a Dimas y Gestas.
¿Padre por qué me has abandonado?
Hemos llegado al momento culmen del viacrucis de los internos del Cereso “David Franco Rodríguez”, y Rafael Vázquez Hernández, o debiera decir Jesús de Nazaret, lanza sus últimas sentencias, “padre, perdónalos, no saben lo que hacen” e inmediatamente lanza su cuestionamiento más severo a Dios, “Padre ¿por qué me has abandonado?”.
Inmediatamente después, Jesús fallece en la cruz y los soldados romanos se vuelven conscientes de que han asesinado al hijo de Dios. Todos, espectadores, asistentes, internos y demás personas que acuden a la representación se hincan, a todos cimbró la pregunta de Jesús hacia su padre.
Sin embargo, en lo más profundo de su pensamiento, Rafael, quien personificó a Jesús, lanza la misma pregunta, pues aún se encuentra en proceso penal y se le imputa el delito de violación. Aunque ha participado en el Viacrucis para reflejar disponibilidad y voluntad de reinsertarse socialmente, Rafael se encuentra en la incertidumbre de saber si será sentenciado como culpable o como inocente del ilícito que se le imputa.
Rafael también es un Cristo abandonado que por este día, ha sido el portavoz de los Cristos abandonados del Cereso Mil Cumbres, quienes se despiden amablemente de los periodistas que han acudido a la cobertura del tradicional Viacrucis, con la esperanza de que llegue el del próximo año para poder sentirse un poquito acompañados.