El 20 de enero Donald Trump asume la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, será el mandatario número 45 de ese país. Desde que inició la contienda interna por lograr la nominación del Partido Republicano, exteriorizo propuestas radicales en contra de los mexicanos y los musulmanes.
Los analistas pensaron que nada pasaría y que solamente era una postura de campaña, pero todos se equivocaron, Trump tiene la firme intención de llevar a la práctica sus propuestas. No le importan al futuro presidente las consecuencias.
Históricamente ningún presidente de los Estados Unidos ha tenido buenas intenciones con México y con los mexicanos, así que nada debe sorprendernos; por ejemplo, Obama es el que más deportaciones de mexicanos ha hecho, solo que no lo dice, no lo pregona, y esa puede ser la única diferencia entre Trump y los que le han precedido en el cargo.
Propone con mucha vehemencia la construcción de un muro, pero su propuesta solo pone de manifiesto su real ignorancia de la frontera, ya que el muro se ha construido desde hace muchos años. Hoy pasar a territorio gringo es prácticamente imposible pues el muro es real, así que eso no debe espantarnos.
Trump está enojado con México y con los mexicanos, eso es muy claro, y ha comenzado acciones para inhibir las inversiones en México, pero en este rubro el nuevo presidente debe ir mas allá de eso, debe llevarse inversiones que perjudican al país, porque dudo mucho que alguien asuma aquí posturas nacionalistas.
Trump debe saber que sus empresas perjudican enormemente el medio ambiente mexicano, así que lo mejor es que se las lleve.
Que se vaya la ferroviaria Kansas City, Walmart, las empresas mineras que tanto han dañado a México y muchas otras inversiones que explotan laboralmente a los mexicanos en el propio territorio nacional.
Los mexicanos ya no compraremos autos Ford y otras marcas que se han dejado asustar por el infausto presidente gringo.
Nada bueno nos espera con él, ya lo sabemos, como nada bueno hemos obtenido de otros mandatarios estadounidenses, así que nada nos espanta a los mexicanos.
Debemos mentalizarnos, y para las preocupaciones que su llegada genera debemos ocuparnos.
Es hora de volver al nacionalismo que desde 1929 propuso el Partido Nacional Revolucionario, y a la economía con la rectoría plena del Estado. Proteccionistas al cien por ciento, no hay de otra, así debemos comportarnos.
Es hora de revisar los convenios celebrados con Estados Unidos de Norteamérica que nos llevaron a perder una gran parte del territorio nacional. Así como Trump desconocerá el Tratado de Libre Comercio, así debemos desconocer el Tratado de Guadalupe Hidalgo firmado al final de la Guerra de México- Estados Unidos el 2 de febrero de 1848.
Trump debe devolvernos la totalidad de los Estados de California, Nevada, Utah, Nuevo México y Texas, y partes de Arizona, Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma. Ese es el lenguaje de Trump, así debemos entendernos.
Trump está cambiando sus políticas económicas generando una guerra comercial y cambiará las fronteras; y por supuesto que simpatizamos con eso, la idea es que California como sexta economía mundial se independice con el pleno reconocimiento del gobierno mexicano. El “Calexit” (independencia del estado de California) está en marcha y nada lo va a detener.
Bienvenidos los cambios que se proponen, serán para bien de México. Nada detendrá a Trump y el impulso debemos aprovecharlo.
Aquí en México no moriremos de hambre, de eso el nuevo presidente debe estar seguro y Peña Nieto, preocupado.
Nacionalismo, firmeza, dignidad y altura de miras debe ser la actitud de los gobiernos mexicanos ante los embates.
Trump es un hecho, el destino de ambas naciones con él es incierto, así deben entenderlo también los gringos.
Antes todo esto, es importante preguntarnos ¿Dónde están los partidos políticos, fieles defensores de México? ¿Dónde está el PRI?
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