Uno de los primeros retos que enfrenta quien se dedica a hacer periodismo en Michoacán es los bajos salarios que obtienen por su labor. Los ingresos pueden ir desde los 1,500 pesos por medio tiempo hasta los 9 mil pesos. Esta situación financiera es la primera vulnerabilidad, ya que forza a que el comunicólogo busque entradas extra, las cuales, a veces, pueden ser buscando otro trabajo, o a través del “chayote”; el problema es que la relación entre ambos -entrevistado y entrevistador- se distorsiona, el material que se genera está viciado de origen y carece de cualquier investigación. La objetividad se ha sacrificado a nombre de la sobrevivencia. Lastimosamente, el lector desconoce el hecho y lo consume como si fuera algo real y no una publicidad.
El segundo hecho que deberíamos considerar, que impide el buen desarrollo de la libertad de expresión, es que la entidad no ha terminado de superar sus problemas de inseguridad. El Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) ha intentado infructuosamente controlar todo Michoacán; sus avances son significativos, pero no ha podido someter a los grupos criminales locales. Esto implica que no hay condiciones para realizar un periodismo de investigación que pueda establecer los vínculos entre criminales y políticos, los cuales son protegidos por la Procuraduría General de Justicia del Estado de Michoacán. Su titular, José Martín Godoy Castro, está ahí por una herencia maldita de Alfredo Castillo Cervantes, ex comisionado para la Paz, Seguridad y el Desarrollo Integral de Michoacán.
La impunidad con la que se maneja el funcionario la han sufrido los periodistas; en el caso de la desaparición del comunicólogo Salvador Adame Pardo, el pasado 18 de mayo, el procurador, sin prueba alguna, aseguró que el tema se trataba de un asunto de ‘faldas’.
Se tuvo que retractar, solo porque el gremio se movilizó el primero de junio a la Ciudad de México, a las Cámara Alta y Baja para denunciar las irregularidades del caso. Entonces Godoy Castro aclaró, de dientes para afuera, que la línea de investigación principal de la desaparición era por el trabajo periodístico que hacía Adame.
Si esto fuera cierto, el procurador de Michoacán tendría que investigar al presidente municipal de Nueva Italia, Salvador Ruiz Ruiz. Vale la pena recordar que el periodista había denunciado que el edil utilizaba su puesto para hacer “negocios” en todo lo que llevaba de su periodo.
En este contexto, resulta lógico que los habitantes de Nueva Italia señalen que el presidente municipal mandó desaparecer a Adame Pardo y que, independientemente de que esto sea verdad o no, el edil lo pagará con su vida.
Uno de los amigos del periodista desaparecido era el narcotraficante más importante de la región, Miguel Ángel Gallegos Godoy, El Migueladas, quien estimaba a Adame (era la niña de sus ojos) porque era muy bocón y decía siempre la verdad. Quien conoce a este criminal sabe que suele vengar la muerte de sus seres queridos y no suele tener piedad.
Ahora bien, la desaparición del periodista podría interpretarse de dos modos: el presidente municipal de Nueva Italia la operó, porque es muy irresponsable y no midió las consecuencias. El hecho implica que él está siendo protegido por el Cártel Jalisco Nueva Generación.
Sin embargo, esto no significaría que el fundador de la CJNG, Rubén Nemesio Oseguera Cervantes, alias El Mencho tenga un pleito con su amigo-socio, El Migueladas. Aunque todo es posible en Nueva Italia, hasta hacer periodismo.