El Presidente fue respetuoso con los manifestantes y su derecho a disentir en la calle
El domingo llegué puntual al Ángel de la Independencia atraído por mi curiosidad de reportero. Quería ser testigo de la #MarchaDelSilencio en contra de AMLO.
La experiencia me decía que iban a engañar con cifras y fotos mentirosas divulgadas en redes sociales, en un intento por ridiculizar a los manifestantes, como efectivamente ocurrió. Confieso que eran más de los que esperaba. Miles, varios miles. No doy cifra para no caer en lo mismo. Pero les puedo asegurar que no fue un fracaso, como afirman los pregoneros de la 4T. Lleva apenas 5 meses en el gobierno.
Predominaba el color blanco, las pancartas #AMLORenuncia; y consignas de “¡Mé-xi-co!, ¡Mé-xi-co!”.
Había jóvenes, adultos y viejos. Sus ropas los reflejaban como gente de clase media para arriba. Los repudiados del régimen que hoy son anatemizados por no haber nacido pobres. Esos que AMLO llama “fifís”, “pirrurris”, “camajanes”, “conservadores”. Los que se sienten agredidos por el discurso y las acciones de gobierno de López Obrador.
Las pancartas hablaban contra obras sin licitación, la cancelación del NAIM, el recorte a las estancias infantiles, la escasez de medicinas, el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, los programas asistencialistas. “¡Basta de ocurrencias!”, decían. Y pedían respeto a la Constitución, a la División de Poderes y a la prensa crítica.
Al Poder Judicial lo instaban a “no someterse”; y a los legisladores federales les exigían “no más traiciones”.
- Era una larga columna que tardó más de una hora en pasar. El recorrido fue del Ángel de la Independencia al Monumento a la Revolución. Allí cantaron el Himno Nacional y se dispersaron después sin dejar pintas, vidrios rotos o piedras amontonadas.
Abría el cortejo una manta que decía: “La convocatoria es de ciudadanos independientes ajenos a partidos políticos, asociaciones o grupos protagónicos”.
Sólo vimos a Enrique de la Madrid, exsecretario de Turismo, quien, sorprendido, recibía trato de político estrella. “¡Te queremos gobernando! ¡Tú eres el bueno!”, le decían. Fox estuvo también, pero en otro lado.
- La última manta no me gustó. Era una respuesta agresiva al argumento de los 30 millones de votos que ha esgrimido Morena para hacer lo que le da la gana.
A un costado de la imagen de López Obrador se leía: “Los que tenemos cerebro no votamos por ti. Somos millones. No te burles”.
Y AMLO, hay que subrayarlo, no se burló. Fue respetuoso con los manifestantes y su derecho a disentir en la calle. Aunque utilizó la frase de la popular canción de Cuco Sánchez que dice: “No soy monedita de oro…”.
El que sí se burló fue el titular de la SCT, Javier Jiménez Espriú. Intentó ser mordaz. Falló. “Nunca pensé que todos los que están en contra de AMLO fueran a la marcha, pero sí. ¡Fueron todos!”, escribió.
Y así le fue en redes.
- Al senador Salomón Jara, vocero de la bancada de Morena, lo castigaron por no votar la Reforma Educativa. Estuvo en el salón de sesiones ese día, pero a la hora buena desapareció.
Por un voto no se aprobó la propuesta faro de AMLO.
Lo bajaron de la Comisión Permanente, a la que había pedido ser integrado, pero su cargo de portavoz le será respetado, a pesar de que hubo airados reclamos de sus compañeros de bancada para que lo destituyeran.
Jara aseguró que ese día tuvo un accidente su hija y que por eso tuvo que abandonar el Senado. Sus propios compañeros nos dicen que no presentó evidencia alguna que justificara su ausencia.
Lucía Trasviña es otra Morena que no votó. A la fecha no ha ofrecido explicación alguna de su ausencia. Un tercero, Juan José Juárez, tampoco asistió por motivos de salud. Él sí tenía licencia médica.
Fue necesario que la Comisión Permanente incluyera las reservas no aprobadas de la Reforma Educativa en el periodo extraordinario convocado para este miércoles a fin de avanzar hacia su aprobación.