Francisco Lemus | Twitter: @PacoJLemus
La guerra abierta que ha declarado Silvano Aureoles al presidente y su partido es inusitada para México y puede ser esclarecedora de cómo será la segunda mitad del gobierno de López Obrador y con qué tipo de situaciones habrá de enfrentarse, similares a las de otros líderes de la izquierda latinoamericana.
Llama la atención el cinismo de acusar que el crimen organizado opera con tanta libertad en el estado como para imponer a un candidato, cuando se ha esmerado en asegurar que en Michoacán hay un imperio de la ley. A lo que habría que agregar la incompetencia de quien no pudo descubrir tal situación sino hasta que resultó derrotado.
Así mismo, pareciera que quien hace la denuncia es un gobernador tan popular que no encuentra explicación a la derrota de su delfín; sólo basta ver los bajísimos niveles de aprobación a su gobierno -si es que esto se le puede llamar gobierno-.
Aureoles se siente capaz de lanzar tales acusaciones sin presentar prueba alguna, gracias a la impunidad con la que ha salido avante Francisco García Cabeza de Vaca. Eso le ha servido de laboratorio para saber que sus aliados pueden protegerlo a pesar de sus malos manejos gubernamentales y su guerra abierta contra Morena.
A esto habría que sumarle el interés de Estados Unidos de mantener su política intervencionista en América Latina. Como ya bien lo advirtió Kamala Harris en su última visita a México, quien aseguró que van a mantener su “lucha anticorrupción” en la zona. Y habrá que recordar que con esa bandera han perseguido a otros gobernantes de izquierda.
Coincidiendo con esa visita llamó la atención la rapidez con la que Aureoles salió a saludar a la vicepresidenta, totalmente confundido de su papel como gobernador. Pero esto no fue para nada casual, y es probable que en los próximos meses intente ponerse al frente del bloque opositor apoyado por EEUU, como autodefinido “zar anticorrupción”.
Es ridículo el solo imaginar a un personaje tan turbio y cuyo papel como gobernador ha estado lejos de ser mínimamente digno, pero ¿a quién le importa la calidad del trabajo en la administración pública? Ser calificado como el peor gobernador de todo México a finales de 2019, es totalmente irrelevante si se trata de lanzar acusaciones a los contrincantes.
Al menos hay que reconocer que su otrora contrincante y ahora aliada, Luisa María “Cocoa” Calderón acusó a Silvano de tener nexos con el narco desde que inició su campaña en 2015, y no esperar hasta saberse derrotada para jugar esa carta. Aunque ayer como hoy, llama la atención quienes lanzan la primera piedra sin garantizar estar libres de pecado.
Para ningún michoacano, sobre todo quienes viven en Tierra Caliente, se sorprende a estas alturas de que exista infiltración del crimen organizado en la política y la administración pública. Pero si eso lo sabe cualquier michoacano de a pie, lo que verdaderamente sería sorprendente es que el gobernador no estuviera enterado.
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Y conociendo tales antecedentes, ¿qué hizo el gobernador saliente para demostrar un verdadero compromiso con la lucha en contra de la delincuencia organizada, a la que sale hoy a denunciar con tanta gallardía?
Lo más probable es que sus chantajes busquen negociar su impunidad o mostrarse como un líder de oposición que no tiene miedo de lanzar acusaciones sin prueba, sea cual sea el caso, será cuestión de que los gobiernos federal y estatal tengan la voluntad y la astucia de hacerle rendir cuentas a quien ya ha hecho bastante daño a la política estatal y nacional.