“La naturaleza de los hombres soberbios y viles es mostrarse insolentes en la prosperidad y abyectos y humildes en la adversidad”. (Nicolás Maquiavelo)
Pocos son aquellos políticos que al probar las mieles del poder no han sido envenenados por una fuerte cantidad de soberbia, pues tal pareciera que es el principal accesorio que caracteriza a los políticos de todos los niveles,solo en época electoral les regresa de manera milagrosa esa sencillez que solo era una mascara para conseguir los votos de los ciudadanos.
“La soberbia no es sólo el mayor pecado, según las escrituras sagradas, sino la raíz misma del pecado. Por lo tanto, de ella misma viene la mayor debilidad. No se trata del orgullo de lo que tú eres, sino del menosprecio de lo que es el otro, el no reconocer a los semejantes. Va por la vida exhibiendo sus poderes y sus méritos, que dice que tiene, pero la verdad es que no lo tiene. Ser soberbio es básicamente el deseo de ponerse por encima de los demás” es la descripción clave que hace el escritor Fernando Savater en su libro Los Siete Pecados Capitales.
Ahora bien, es lamentable que muchos de nuestros políticos después de haber obtenido un cargo público del nivel que sea muestre de manera desmedida una enaltecida actitud mejor definida como soberbia.
Hoy podemos ver que hasta pareciera una competencia de quien de muestra más su actitud arrogante, presumidos, altaneros y con un alto complejo del “YO”, yo hago, yo digo, yo pienso, yo quiero”.
Los ciudadanos cada vez se cansan más de estas actitudes y dados que existen nuevas formas de comunicación, varios de ellos han sido expuestos en sus comportamientos apáticos y de altivez.
Acaso se les olvida que los espacios públicos en los que están se los deben a los ciudadanos y que es gracias a ellos que pueden vestir bien, comer bien y darse miles de lujos que tal vez ninguna persona común pueda llegar a hacer.
Dentro del ámbito político existen dos caminos; el primero de ellos es utilizar la política como un medio para poder ayudar a los ciudadanos a mejorar su calidad de vida, lo cual conlleva a seguir estando dentro de la preferencia ciudadana; el otro y más común, es en el que reina la soberbia desmedida, los lujos y la extravagancia, sin ningún interés por trabajar en ayudar a la ciudadanía.
Pensemos en todo el daño que le hace a la política real esas sed de protagonismo y hambre de reconocimiento de muchos. Porque van por la vida destruyendo adversarios en vez de construir proyectos reales en favor de la sociedad.
Cabe resaltar que estas actitudes denotan su poco intelecto mental y como diría un viejo proverbio chino “Si quieres conocer a alguien: dale poder y veras quién verdaderamente es”.
¿Cuenta soberbia existe en un político?