Insólita, seductora, original, directa, pasada de tono… Así se ha referido la prensa a la pancarta que ayer vimos antes de la final de la Europa League.
“Zlatan, quédate y te puedes tirar a mi mujer”, decía.
Quizá los anteriores no sean las expresiones para referirse a este hecho machista sin gracia.
¿Usar a una mujer como moneda de intercambio? ¿Y para una transacción en la que a ella ni se le ha pedido opinión? ¿Utilizar el cuerpo de una mujer como posesión de la que se está en derecho de disponer a voluntad?
La cosa recuerda demasiado a un caso: el mensaje ‘Shakira es de todos’ en el estadio del Espanyol en un partido contra el Barça. No solo la colombiana no debería estar presente en un insulto hacia ‘su’ (y de aquí viene todo, porque este tipo de ataques dan por hecho la propiedad de una mujer por parte de su pareja masculina) compañero sentimental Piqué, sino que Shakira no es de nadie.
No son cosas de ultras, ni del fútbol, sino espejos del machismo estructural que atraviesa, lógicamente, un deporte masivo que no se juega en el vacío social.
La pancarta de ayer fue aun peor. Y no solo porque fuese más explícita en su machismo. Zlatan Ibrahimovic llegó a posar sonriente delante del mensaje.