El pasado 19 de abril fue elegido por la Asamblea Nacional, Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez como nuevo presidente de la república de Cuba, ello lo convierte en sucesor directo de Raúl Castro, hermano menor del difunto Fidel Castro, líder de la revolución cubana que triunfó en 1959.
Este momento se ha vuelto histórico, ya que precisamente desde 1959 el apellido Castro ha estado imperando en el principal cargo del poder ejecutivo, por lo que el ascenso de Díaz-Canel simboliza una época de cambio para la isla más grande del Caribe.
Y aunque el mismo Díaz-Canel ha señalado públicamente su intención de reforzar los principios revolucionarios, muchos consideran que este hombre de 57 años, nacido varios años después de la revolución del 59, tiene interés en modernizar la política y la economía de Cuba.
Cabe señalar que, es prácticamente un hecho, -y el propio Díaz-Canel lo sabe- que el poder que ejercerá a partir de su nombramiento, será un poder menor al que ejercieron Fidel y Raúl en la presidencia; para empezar, el propio Raúl estará todavía tres años más con el cargo del Secretario del Partido Comunista de Cuba, lo cual de cierta forma influenciará la toma de decisiones del nuevo presidente cubano.
Así mismo, Díaz-Canel tendrá un plano de actuación mucho más horizontal con el resto de los miembros del sistema político cubano, a diferencia de los hermanos Castro, quienes tenían un margen mucho más verticalista; ello supone que se tendrá que hacer muchos más arreglos con las cúpulas de poder tanto del PC de Cuba como con el resto de los altos mandos del estado cubano.
Sin embargo esto podría resultar muy interesante para el estudio de la evolución política de Cuba, debido a que ahora el poder estaría desplazándose de la figura de un líder hacia las instituciones nacionales, especialmente hacia el Partido Comunista.
En el aspecto económico, todo parece apuntar a que el nuevo presidente planea mantener las reformas realizadas por Raúl, es decir, un sistema socialista con ligeras concesiones al sector privado, sobre todo de las pequeñas y medianas empresas, y por lo tanto es probable que incluso decida continuar con otras más que ayuden a generar mayor movimiento económico en la isla. Dentro de este nuevo contexto, algunos consideran que el nuevo presidente va más por el rumbo de la conciliación que por el de enfrentamiento, entonces es probable que al igual que su antecesor, fomente la inversión extranjera gradual en ciertos sectores de la economía para impulsar el crecimiento y eso propicie nuevas oportunidades de desarrollo.
Sin embargo tendrá que ser cuidadoso con el acercamiento con EUA, es incluso probable que decida “enfriar” un poco las relaciones, al menos hasta que Trump decida optar por una actitud menos agresiva con Cuba. Por otro lado, es probable también que Díaz-Canel mantenga las relaciones cordiales que Cuba ha venido desarrollando con China y Rusia los últimos años.
Sobre América Latina, por el momento regímenes de tendencia “izquierdista” han aplaudido la llegada del nuevo presidente al gobierno cubano, incluso México ya reconoció al nuevo mandatario y el propio Peña lo felicitó por asumir el cargo. Dado que era una transición de poder ya esperada, es probable que próximamente más países de la región se sumen al reconocimiento con el nuevo gobierno.
Finalmente en el aspecto social, es casi un hecho que el nuevo gobierno mantendrá la gratuidad en elementos de salud pública, educación, cultura y deporte, logros que hasta la fecha el régimen cubano ha logrado.
Sin embargo se tienen también varios retos para el nuevo gobierno, no solo el cómo lidiar con Trump, sino también el cómo incrementar el desarrollo económico de una manera tangible no solo para el estado cubano sino también para la gran mayoría de los ciudadanos de Cuba.
Son muy pocos días de haber asumido el gobierno, así que habrá que esperar para ver qué planes tiene Díaz-Canel en su agenda política, no obstante es deseable que éstos sean de trascendencia y permitan a la isla salir adelante y sostener los avances sociales que fueron consolidados a través de la revolución.