Por: Enrique Rivera Hernández
En nuestro país todo cambió a partir de la fallida declaración de guerra contra el narco por parte del gobierno panista que estaba en la presidencia en ese momento.
El día 10 de diciembre de 2006 se expone, “Restablecer la seguridad no será fácil ni rápido, tomará tiempo, costará mucho dinero, e incluso y por desgracia vidas humanas”, al día siguiente se envió a 6500 soldados del ejército mexicano a comenzar la estrategia de confrontación… de guerra.
Con esa declaración, Michoacán y el país comienzan a convertirse en un escenario terrorífico, siniestro, en donde los fantasmas, las muertes, los decapitados, los descuartizados y los desaparecidos comienzan a generar un imaginario colectivo con implicaciones sociológicas y psicológicas en la normalización de la violencia como consecuencia del narcotráfico y su guerra.
Se normalizan los enfrentamientos entre cárteles, autoridades, ejecuciones, abusos de autoridad, tortura y desaparecidos; las victimas son niños, mujeres, ancianos, civiles, periodistas, luchadores sociales y defensores de derechos humanos, todos ellos mencionados por el presidente en turno durante el periodo de la guerra como “daños colaterales”, eliminando rostros, nombres, géneros y edades; convirtiéndolos en cifras a partir de la frase anteriormente escrita.
A partir de 2006 y consecutivamente, cobran relevancia para este análisis algunos hechos ocurridos en el país.
El día 15 de Septiembre de 2008 en la ciudad de Morelia, presuntos miembros del cártel de los zetas arrojan granadas de fragmentación a la población en plena celebración del Día de la Independencia, dejando 8 muertos y más de 100 heridos.
Posteriormente el día 26 de Septiembre de 2014, 43 estudiantes normalistas son secuestrados y desaparecidos por presuntos integrantes de un cártel de tráfico de heroína, sin que hasta el momento se tenga claridad de qué fue lo que ocurrió esa noche.
El día 6 de Septiembre de 2018 en el Estado de Veracruz son encontrados al menos 166 cuerpos de personas en fosas comunes, causando gran dolor al país entero.
En esta breve pero impactante historia de nuestro país encontramos cárteles como el de Guadalajara, el de Juárez, el de Sinaloa, el del Golfo, los Zetas, los Beltrán Leyva, la familia michoacana, los caballeros templarios, por mencionar tan solo algunos que han transitado; sin embargo recientemente salen a la luz por rupturas de los antes aludidos cárteles como, el del Noreste, Jalisco Nueva Generación y el de Santa Rosa de Lima.
Estos dos últimos, protagonistas de acciones resientes en el país, sumándose a todas las acciones violentas que día a día se comenten en perjuicio de la sociedad, en donde paulatinamente se ha normalizado la violencia y el narco.
De diciembre de 2019 a fechas recientes en el Estado de Guanajuato la guerra entre el cártel de Santa Rosa de lima y el Cártel Jalisco Nueva Generación, ha dejado cuatro anexos atacados en donde en todos ellos han existido muertos y secuestrados, ello sin contar las acciones violentas ejercidas contra la población en general.
En días pasados también se realizó un ataque sin precedentes en la capital del país, en donde los agresores usaron armas de alto calibre como fusiles barret, de asalto, granadas de fragmentación, granadas de humo, chalecos balísticos, equipo telefónico y de radio comunicación, mientras los escoltas llevaban sólo armas 9 milímetros.
Todo este contexto esbozado paulatinamente se suma a la crisis generada a partir de la pandemia en donde la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC) expone “a la larga, la recesión económica y las medidas de confinamiento podrían perturbar los mercados de drogas. Con el desempleo y la falta de oportunidades será más probable que las personas pobres y desfavorecidas caigan en hábitos nocivos de consumo de drogas, sufran trastornos por el uso de esas sustancias y recurran a actividades ilegales, bien para producir o de transporte, vinculados con las drogas”
Agregando que niños, adolescentes, familias y comunidades enteras se han acostumbrado a la muerte, las televisoras y las casas productoras crean series, novelas y películas, realizando apología de los narcos, de sus estilos de vida, de sus lujos y de su arrogancia, manifestando de manera implícita y explicita su apego a lo material, al dinero, a lo banal, dejando de lado la vida misma en sí.
Incrementando cada día al impacto sociológico y psicológico del mexicano que ya no puede ni siquiera ver una estrategia de pacificación como alternativa, pues la normalización es la violencia y la confrontación, en donde en el contexto político quienes iniciaron esta guerra y esta normalización hacen oídos sordos a lo que se expone en el recinto parlamentario del palacio nacional, “nada nos va a detener en el propósito fundamental de transformar a México por vía pacífica, de manera rápida y profunda” y a “se terminó la etapa de remátalos o mátalos en caliente”.