El miércoles pasado el senado argentino decidió rechazar el proyecto de ley que permitiía la interrupción voluntaria del embarazo de manera libre y gratuita, por la diferencia de 38 votos en contra frente a 31 votos a favor.
Así es como terminó la lucha de los distintos movimientos a favor y en contra de la interrupción voluntaria del embarazo. Sin embargo es interesante señalar que nunca en la historia de este país de Latinoamérica se había llegado tan lejos en la discusión de un tema como el aborto.
De hecho, nunca se había conseguido que una iniciativa cde ese tema pasara en la primera cámara del congreso -la de diputados federales- por lo que este reciente ejercicio político trascendió a la historia como el primer proyecto de interrupción voluntaria del embarazo que tuvo una oportunidad real de aprobarse.
Sin embargo lo verdaderamente relevante no fue tanto la discusión legislativa, que fue muy pareja respecto a quienes estaban a favor y quienes estaban en contra, sino la gran movilización popular que el tema generó estos meses en la sociedad argentina.
Desde luego, la sociedad rápidamente se dividió en aquellos que apoyaban el proyecto y aquellos que lo rechazaban, polémica que duró varios meses. Es más, desde el año pasado ya era notorio observar como muchas personas, especialmente mujeres jóvenes portaban en sus atuendos o accesorios un pañuelo verde donde se señalaba el apoyo al proyecto de interrupción voluntaria.
Así mismo, este movimiento del pañuelo verde, empezó a ganar más y más adeptos que incluso llegaron semanalmente a realizar el denominado “pañuelazo” frente al Congreso Federal, como forma de exigir que se apoyara la iniciativa señalada.
Esto sin embargo generó también una reacción por parte del sector más tradicionalista y contrario a la interrupción voluntaria del embarazo, quienes también se organizaron, pero para pedir a los legisladores que el proyecto no se apoyara ya que según ellos la iniciativa atentaba contra la vida del “no nacido”. Este movimiento, tuvo como respaldo mayoritario al sector conservador, empleó también el uso de pañuelos, pero estos eran de color celeste y tenían como consigna “salvar las dos vidas”.
No obstante, debe señalarse que este movimiento “pro vida” realmente era muy minoritario en contraste con la “ola verde” que llegó a aglutinar a decenas de miles de personas, en su mayoría mujeres en torno al tema.
Lo interesante del apoyo a este movimiento en favor de la interrupción voluntaria del embarazo es que abarcó distintos estratos sociales y políticos, es decir, no fueron solo personas de una tendencia política o clase social, sino de los distintos sectores de la sociedad argentina. Incluso hubo miembros del partido del presidente Mauricio Macri que votaron en favor del proyecto y respaldaron al movimiento del pañuelo verde.
Esto demuestra que el interés en el tema no proviene de alguna tendencia partidista o ideológica, sino que es más bien relacionado con la situación actual de Argentina. Resulta también curioso, que la mayoría de los senadores que rechazaron el proyecto eran de género masculino, es decir la mayoría que rechazó la interrupción voluntaria del embarazo para las mujeres, fueron hombres, y claro está, esto se presta también a abrir nuevas discusiones sobre el referido tema.
En sentido político-legislativo, la “marea verde” tuvo una derrota el pasado 8 de agosto, sin embargo dada la movilización popular sin precedente para el tema, más que una guerra perdida fue solamente una batalla que no se ganó; lo que actualmente está sucediendo a raíz de la decisión tomada por el senado, es que se están incrementando las desafiliaciones a la iglesia católica, una de las principales instituciones contrarias al proyecto, así como también está gestándose un nuevo movimiento político-social, el ahora llamado “pañuelo naranja” que exige la separación absoluta de la iglesia y el estado, en referencia a obligar a las asociaciones religiosas a que no puedan influir en la política nacional, así como también exigir a los políticos el que dejen de lado convicciones religiosas al momento de ejercer sus respectivos cargos públicos.
El movimiento de los “pañuelos verdes” en favor de la interrupción voluntaria del embarazo se mantendrá vigente y estará activo promoviendo la iniciativa que este año fue rechazada. Incluso algunos analistas apuntan que el tema muy probablemente será abordado como tópico de campaña para las elecciones del próximo año por los distintos candidatos que surjan en ese momento. Por lo tanto será un tema que aun estará poniéndose en la mesa del debate político.
Incluso cabe la posibilidad que en lo que resta del año, el movimiento de la “marea verde” se reagrupe y procure expandirse aún más, especialmente a las provincias cuyos senadores votaron en contra para presionar que el proyecto se retome el año próximo o en el periodo legislativo del 2020.
Aún con el rechazo en el senado de su proyecto, el movimiento ya entró a la historia contemporánea de Latinoamérica, inspirando a distintos grupos en países como Chile, Perú e incluso México. Por lo tanto puede decirse que aunque la “ola verde” perdió en su objetivo legislativo, triunfó en el sentido de llevar el tema de la interrupción voluntaria del embarazo a la mesa de debate político en varias regiones de América Latina, es decir, el debate y la movilización de esta clase de movimientos aun estarán presentes en los próximos meses.