Si la civilización humana fuera destruida y sus ciudades se borraran del mapa, habría una manera sencilla para que las formas de vida inteligente del futuro sepan cuándo comenzó la segunda mitad del siglo XX: el plástico.
Desde la década de 1950 a la fecha, se han producido 8300 millones de toneladas métricas de plástico, pero cerca de la mitad se creó a partir de 2004. Y al no degradarse de manera natural, las miles de millones de toneladas de plástico que se encuentran en los vertederos, flotando en los océanos o acumulándose en las calles de las ciudades servirán de indicador por si una civilización posterior quisiera clasificar nuestra era. Tal vez llamarán esta época en la Tierra “la era del Plastoceno”.
Un nuevo estudio publicado en Science Advances ofrece el primer análisis de toda la producción en masa de plástico que se haya fabricado: cuánto se ha elaborado, de qué tipo y qué sucede con el material una vez que ha dejado de ser útil.
“Mi mantra es que no se puede gestionar lo que no has medido y, sin cifras precisas, no se puede saber si hay un problema real”, dijo Roland Geyer, el autor principal de la investigación.
Los autores, provenientes de la Universidad de California Santa Bárbara, la Universidad de Georgia y la Asociación de Educación Marina de Woods Hole, en Massachusetts, utilizaron distintas fuentes para obtener los datos de la producción de plástico y así realizar sus cálculos.
Sus hallazgos sugieren que cantidades impactantes de este tipo de basura que perdurará casi toda la eternidad se encuentran presentes en el medio ambiente —en océanos, vertederos, agua dulce y ecosistemas terrestres— y que lo más probable es que para 2050 la cifra aumente a 12.000 millones de toneladas métricas acumuladas en vertederos o en el ambiente.
Los científicos calculan que cada año llegan al océano de cinco a 13 millones de toneladas métricas de plástico, según estudios previos. Los nuevos datos sugieren que cada vez es más común la contaminación en ríos y arroyos, así como en la tierra, y que la mayor parte de la contaminación se encuentra en forma de pedazos microscópicos de fibras sintéticas que provienen principalmente de la ropa.
El factor principal para explicar el gran aumento del plástico es su uso en los empaques, los cuales representaron cerca del 42 por ciento de la producción de plástico no fibroso en 2015. El sector de la construcción es el siguiente consumidor más grande de plástico: utilizó el 19 por ciento del plástico no fibroso producido en ese mismo año. Los autores calculan que los empaques, los cuales normalmente se usan durante menos de un año, constituyeron el 54 por ciento de los productos de plástico no fibroso que se tiraron a la basura en 2015.
La mayoría del plástico que se ha fabricado ya no se utiliza: desde 1950, se han desechado cerca de 6300 millones de toneladas métricas. Alrededor del 12 por ciento de esa cantidad se ha incinerado, la única manera de deshacerse del plástico de forma permanente; mientras que 9 por ciento se ha reciclado, lo cual sólo retrasa la eliminación final, y el 60 por ciento —cerca de 4900 millones de toneladas métricas— se encuentra en vertederos o desperdigado en el medio ambiente.
En Europa, se recicla el 30 por ciento de los plásticos no fibrosos, en comparación con el 9 por ciento de Estados Unidos. Europa también incinera más plástico —casi el 40 por ciento de sus desechos de plástico no fibroso—, mientras que Estados Unidos quema alrededor del 16 por ciento. China recicla casi el 25 por ciento y quema cerca del 30 por ciento de sus desechos plásticos. Los autores estiman que es probable que las tasas de reciclado, eliminación e incineración en el resto del mundo sean similares a las de Estados Unidos.
Geyer advirtió que reciclar no es el remedio absoluto para la contaminación de plástico en el mundo. Afirmó que el único beneficio de reciclar es que se reduce la producción de nuevos plásticos, y agregó: “No sabemos muy bien cuál es el alcance que tiene el reciclado para reducir la producción primaria”.
Las características que han vuelto tan importante al plástico en el mercado global son las mismas que lo hacen un contaminante generalizado: la durabilidad y la resistencia a la degradación.
Geyer dijo que no hay suficiente información sobre cuáles serán las consecuencias a largo plazo de todo este plástico y su eliminación. “Se acumula muy rápido y no se biodegrada, así que solo se suma al que ya existe”.
“Ya que empecemos a poner atención, creo que encontraremos todo tipo de consecuencias no buscadas”, agregó Geyer. “Me sorprendería mucho descubrir que solo es un problema de estética”.