La cita con John Ackerman era a las nueve y media en el Matisse de avenida Ámsterdam, en la Condesa. Él llegó primero, acompañado por Enrique del Val, universitario de larga trayectoria, columnista de Excélsior, quien sirvió de intermediario.
El encuentro se pactó a raíz de la columna publicada en este espacio, el pasado 12 de enero, bajo el título de “Portavoz en inglés de López Obrador y hombre de Putin en México”.
Ese texto calificaba de “fantasía disfrazada de realidad” la versión de que Ackerman, profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM, vinculado a Andrés Manuel, es propagandista del régimen ruso en México.
Alrededor de Ackerman hay una polémica que nos trajo a la memoria la época de la Guerra Fría y el macartismo.
En artículos, comentarios, debates en medios electrónicos, declaraciones de políticos se habla de la injerencia rusa y del papel que este profesor universitario, de 44 años, juega en favor de Vladimir Putin.
La historia, basada en meras especulaciones, bien podría ampliar la oferta de los suscriptores de Netflix. Ya tenemos hasta título: “El hombre de Rusia en México”.
El también integrante del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, casado con la mexicana Irma Sandoval, nos asegura que no habla ruso ni tiene vínculos con el gobierno de Putin.
Sí colabora, desde septiembre de 2016, en Russia Today, medio al que califican de “brazo propagandístico del Kremlin”, como lo hace para otros medios en el extranjero, como The New York Times, Le Monde diplomatique, The Guardian, Foreign Policy y Libération.
Su trabajo en RT: el hecho de que un directivo de esa cadena haya calificado a Ackerman de “nuestro hombre en México” y la cercanía de su esposa con López Obrador, quien la contempla para titular de la Función Pública, han sido suficientes para desatar la histeria alrededor de este hombre.
Más allá de las diferencias políticas que se puedan tener con John Ackerman, es inaceptable el clima de linchamiento a su alrededor.
Este linchamiento ha alcanzado tal magnitud, que gente inteligente como Juan Ignacio Zavala llegó a los excesos: se puso a promover una petición en @Change-Mex para que le quiten la nacionalidad a Ackerman y lo expulsen de México.
Otro que tiene neuronas, León Krauze, sostiene también que es hombre de Rusia. El conductor de los noticieros de Univision en Los Ángeles lo escribió en su columna de El Universal el pasado 15 de enero.
Cito textual: “…El trabajo de Ackerman reduce peligrosamente los grados de separación entre el régimen de Putin y Andrés Manuel López Obrador: Irma Sandoval, respetada académica y esposa del entusiasta colaborador de la propaganda rusa, es parte del círculo cercano del candidato de Morena, quien la ha nombrado potencial secretaria de la Función Pública.
“Que una futura integrante del gabinete puntero en la elección presidencial esté casada con un colaborador de Russia Today (‘nuestro hombre en México’, le han llamado en la cadena) es un dilema que prendería los focos rojos en cualquier país del mundo. en estos tiempos, no es casualidad que el caso Ackerman y Sandoval haya llegado hasta las páginas del mismísimo Washington Post”. El petate del muerto, para utilizar la expresión del propio Krauze.
No hay duda de que el gobierno mexicano ni se asusta de la supuesta injerencia del Kremlin ni enciende los focos rojos. No hace mucho viajaron a la Rusia de Putin el mismísimo Luis Videgaray y el presidente de la Mesa Directiva del Senado, el panista Ernesto Cordero. El canciller le dio incluso una entrevista a Russia Today.
- Le preguntamos a Ackerman sobre las motivaciones que, a su juicio, alimentan el clima de linchamiento en su contra.
Mencionó, en primerísimo lugar, la “guerra sucia” contra López Obrador. “Nadie creyó lo de las bardas en Venezuela. Por eso se agarran de lo de Rusia”, dice. Vaticina, eso sí, que el tema no va a pegar como esperan. “En México no hay histeria antirusa”.
A lo largo del desayuno nos narra su salida forzada de los medios mexicanos en los que ha trabajado. Sólo le quedan espacios quincenales en Proceso y en La Jornada.
En los últimos años sólo dos destacados periodistas le han abierto espacio a sus comentarios: Sergio Sarmiento y Carmen Aristegui.
Pero el controvertido profesor se ha fortalecido en redes sociales. Tiene 527 mil seguidores en Twitter. Dos veces ha alcanzado el millón de RT. Una por un post sobre lo que llamó “el fraude electoral en el Estado de México”, y en la otra habló sobre José Antonio Meade.
-¿Y cómo calificas la versión de que eres agente ruso? —le preguntamos.
-Absurda, disparatada, importada de Estados Unidos. Sustentan sus dichos en supuestos sobre la injerencia rusa que el embajador ya desmintió —repuso.
Coincido con Ackerman cuando dice que “la única evidencia que dicen tener no es evidencia”.
- La defensa del exsecretario general adjunto del PRI, Alejandro Gutiérrez, quien purga una sentencia de un año de prisión preventiva por un supuesto desvío de recursos a campañas del tricolor, presentó ayer una queja ante la CNDH “por actos de tortura” sufridos en el cereso estatal Número 1 de Chihuahua.
El abogado Antonio Collado dice que a Gutiérrez lo obligan a agachar la cabeza de manera violenta; que lo empujan o lo jalan de los brazos mientras le dicen “camina, apúrate”; lo interrogan en un lugar que Alejandro ubica como la enfermería; le dicen que no se enderece, que cierre los ojos, que no puede ver.
El documento que presentó Collado en la CNDH agrega que en los interrogatorios le piden al priista:
“Ya coopera, menciona que Manlio Fabio Beltrones y Luis Videgaray fueron los que organizaron todo. Si no lo haces te van a tener guardado por años. Piensa en tu familia. Te pueden mandar al área de población general, donde se encuentran personas muy peligrosas…”.
Sin comentarios.