Difícilmente releo un libro, salvo que me haya marcado; hace 22 años leí “La Herencia, arqueología de la sucesión presidencial en México”, del autor Jorge G. Castañeda, y ahora decidí releerlo, pues sigo creyendo que no tiene desperdicio para entender una parte del ADN priísta y su método selectivo del “dedazo”.
El libro implica entrevistas profusas a cuatro expresidentes de México del siglo XX y las formas y rituales que utilizaron para convertirse en candidatos a la Presidencia de México y para heredar el cargo presidencial al finalizar sus mandatos.
En 1998, Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari, respondieron a las preguntas del internacionalista Jorge Castañeda y desvelaron perfectamente el estilo priísta de la sucesión presidencial; la soledad que vivieron al pensar y redactar el gabinete con el que gobernarían seis años; y las intrigas entre los equipos políticos que suspiraron y pelearon por la cúspide del poder político en México.
Para el dedazo, los priístas se pintaron solos; lo institucionalizaron, les funcionó y de alguna manera lo impregnaron de un halo “democrático” que permitió transitar equipos políticos eficaces y gobernar este país por varias décadas.
Sin embargo y a pesar de este “método” no escrito de las formas priístas de heredar el poder -que no se si está siendo leído por los priístas más jóvenes-, me pregunto si lo seguirán aplicando, si aún les funcionará en pleno siglo XXI, y si para Michoacán, operan “algo así” en vista de su próxima renovación estatal del Partido.
¿En dónde estuvo el punto de equilibrio en el método priísta que les permitió transitar bien durante los cuatro sexenios de 1970 a 1994? Después de releer este libro, la clave se encuentra en que el Presidente de México fue el gran elector de los priístas, el “fiel de la balanza” como lo calificó Luis Echeverría. El método para heredar el poder, no fue democrático en lo absoluto; después de vivir circunstancias, realizar auscultaciones, escuchar opiniones y entender el contexto local e internacional, el Presidente en turno tomó la gran decisión de quién sería su sucesor y ya solo lo “encargaba” al Partido para disfrazarlo de “proceso democrático”. Fue así, como a los priístas les salieron bien las cosas.
Desde luego, quedaban heridos en el camino, que en alguna ocasión despotricaron por sentirse traicionados, pero el sistema siempre encontraba la manera de encausarlos con otros cargos para “tranquilizarlos”. Las formas eran de política fría y calculada, pero no de avasallamiento entre los equipos ganadores y perdedores.
Me parece que las cosas ahora son distintas en este Partido, sobre todo en Michoacán. Aprecio muy pocos equipos políticos, por lo menos, no veo que se manifiesten y se comuniquen como eso, como “equipos políticos”; lo que observo, es más bien perfiles únicos con trayectoria, pero no comprendo por qué no muestran el equipo con el que podrían gobernar su Partido y eventualmente los municipios y el Estado.
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Uno de los éxitos de Miguel de la Madrid, fue que, en su oportunidad, se acercó como Secretario de Programación y Presupuesto al Presidente López Portillo, para presentarle a su equipo de trabajo. En este equipo, ya estaba Carlos Salinas de Gortari, quien repitió el mismo método cuando De la Madrid fue Presidente; Salinas se acercó como Secretario de Programación y Presupuesto, a presentarle su equipo de trabajo.
Y esto, a decir de ambos políticos, inspiraba al Presidente en turno porque se proyectaba sentido de trabajo en equipo, lo cual era bien valorado.
Dígame usted si ha visto que comuniquen públicamente y de manera estratégica a los integrantes de sus equipos, personajes importantes como, Adriana Hernández, Daniela de los Santos, Wilfrido Lázaro, Eduardo Orihuela, Xóchitl Ruiz, Roberto Carlos, Edna Martínez, Olivio López o Memo Valencia.
No lo hacen.
¿Les ayudaría hacerlo abiertamente? Sin duda les ayudaría, por la simple razón de que la imagen del político personalista, ese “líder único” del proyecto, es de otra época. El liderazgo colaborativo, es lo que hoy en día comunica con mayores posibilidades de posicionamiento, sobre todo, en una estrategia de construcción de marca personal.
Observe usted al PRI Michoacán de hoy. ¿Conoce quiénes gobiernan en ese Partido, osea en sus distintas áreas? Les aseguro que no y eso sucede, porque están atorados en el siglo XX; pasados de moda en la figura del “Presidente providencial”, ese “líder único que todo lo puede”.
Se viene la renovación de los priístas en Michoacán y tienen una gran oportunidad de gobernar y comunicar de acuerdo a tendencias modernas y estratégicas.
Su primer gran reto, saber si conservarán el dedazo o le apostarán a otra fórmula. En el siglo pasado les funcionó el dedazo; hoy creo que deben evolucionar.
*El autor es consultor, tiene estudios de doctorado en Política, de maestría en Comunicación, de maestría en Neuromarketing, de maestría en Ciencia Política y de licenciatura en Derecho.