Oscuro de Luna es una novela transcultural, su autor Fidel Antonio Orta la imaginó en Chile pensando en Cuba o el Emporio como él la llama, en México vio la luz al obtener una mención honorífica en el certamen Sor Juana Inés de la Cruz. Fija su posición política al criticar tácitamente a la globalización y a la aldea global ¿Existe en realidad? ¿Es posible alcanzarla sin dinero? ¿Todo es la falsificación de un sueño? Queda claro, carece de importancia donde uno pretenda ir o vaya, nunca dejará de ser el niño que juega en el barrio de La Franja Más Estrecha, ubicado entre las calles de Júpiter y Saturno. El escritor cubano considera que un hombre jamás dejará de pertenecer al lugar en que nació. Es el drama de la migración y la pérdida de las raíces, de la identidad étnica, de los paisajes con una carga simbólica que nos conecta con nuestros antepasados. El extranjero errante que se atreve transitar esas veredas ya sea por necesidad económica o conveniencia propia, renuncia a sus alteraciones idiomáticas y a veces a la lengua materna, termina eclipsado, consumido por el vacío.
La trama fue escrita en primera, segunda y tercera persona que se dejan escuchar entre el pasado y el futuro posible en medio de un presente precario. Pero evocar lo que ya aconteció es complejo, no hay manera de que los recuerdos dejen de ser fríos e incompletos, muchos de ellos nunca fueron presenciados y otros quedaron en el olvido. Lo más desconcertante es encontrarse un futuro que no tiene relación con lo que uno vivió. En esa incertidumbre es de gran utilidad el Ifá (sistema adivinatorio regido por el santo Orula), así se justifica la certeza de lo que sucederá a los personajes. Incluso somos cuestionados al leer: ¿Para qué sirven los periódicos, los teléfonos, los libros, la comunicación? Entonces, si la incomunicación es la verdadera frontera entre los hombres, nos lleva a examinar el peso que le damos a las cosas ya que éstas son materiales y poseen raíces objetivas.
También es un relato de la Cuba antes del triunfó de la Revolución el 1 de enero de 1959 y de lo que sucedió después. Las prostitutas se vieron forzadas a exiliarse dejando su sexualidad impregnada en la vecindad del Bisté dejando una gran carga erótica en cada página. Al mismo tiempo retrata la marginación y el clasismo imperante en la época de la dictadura de Fulgencio Batista donde miles de personas crecieron en los solares (viviendas de muy alta marginalidad ) y sólo conocieron la violencia, como era de esperase se mostraron extraviados en el nuevo orden donde la solidaridad es la base del cambio. No obstante, los cubanos coinciden en algo no pueden vivir sin su isla porque la patria es la familia.
Para los mexicanos resulta complejo sumergirse en la Cuba verdadera ligada a la Regla de Ocha que es una religión de origen africano, a Changó rey de reyes en la tierra y en el cielo. Para seguir avanzando en la lectura se debe pedir permiso a Eleggua que es un santo dueño de los caminos y ver de lejos a los Abakuácuya sociedad secreta cubre con su manto los misterios. Es África dialogando con América que idealiza la cultura europea y al mundo anglosajón.
Fidel Antonio Orta es la cara opuesta de su personaje Lázaro Lorenzo Valois Ramos cuyo fuego interior incontrolable provoca un estado inconsciente de lo que ocurre y de las consecuencias de sus actos, en él palpitan sensaciones prehistóricas. En cambio el consejero cultural de la Embajada de Cuba en México comprende que a través de la difusión del pensamiento de su nación podrán ir cambiando los prejuicios que existen en territorio mexicano que son producto de la manipulación de los medios de comunicación y de un sistema político totalitario.