Para crear empleos, se necesita esencialmente de inversión productiva, sea ésta realizada por el gobierno o por la iniciativa privada. En el primer caso los montos de inversión que el gobierno ha realizado, si bien han logrado crear algunos empleos, y mantener con signos vitales constantes la economía michoacana, no han podido servir para reducir significativamente las hondas carencias de la entidad y más aún cuando el desempleo se ha recrudecido en estos tiempos de pandemia y restricción económica.
La inversión pública del estado de Michoacán depende, como en todos los estados del país, de los montos de dinero público que el Gobierno Federal les permita ejercer. Esto es una decisión esencialmente central, y que sigue como tal, criterios establecidos por el centro, considerándose poco los intereses locales. Esto se puede traducir en que si el Gobierno Federal por razones de mala planeación financiera, trastornos financieros globales, presupuestos mal planeados o desencuentros politícos como ya se ha venido observando, dedicará menos recursos al desarrollo y a las inversiones del estado.
Michoacán debe revalorar el papel de la inversión privada y desarrollar paradigmas en cuanto a la concepción del desarrollo buscado y del papel que pueda desempeñar el capital privado, la gobernanza es una alternativa que deberá estudiarse y aplicarse a fondo. El objetivo inmediato consiste en trazar rutas de avance congruentes con la propia realidad que vive el país ante la pandemia. Un caso ejemplar es el de los productores de aguacate, donde tanto las dos partes, gobierno y productores deben trabajar estrategias de políticas públicas para la consolidación de mercados.
Sin embargo, la iniciativa privada, ha mostrado un comportamiento marcadamente insuficiente para proveer de los empleos que el estado necesita, situación que no puede imputarse únicamente a una falta de iniciativa empresarial, sino a la falta de condiciones mínimas para invertir, a la carencia de un adecuado ambiente de negocios que estimule la inversión, y el ánimo de los inversionistas, tanto locales como extranjeros. El mejoramiento del ambiente de negocios es probablemente el objetivo general de la política de promoción de inversiones más importante que deba fortalecer al máximo el gobierno estatal.
Las necesidades actuales y futuras para la generación de empleos, no podrán cubrirse únicamente con recursos gubernamentales estatales y federales o privados locales. Hacen falta atracción de inversiones, haciendo al Estado competitivo, ante vecinos que llevan la delantera como los Estados de México, Jalisco, Guanajuato y Querétaro. Un tema que por demás el Gobierno Federal no puede dejar a un lado a Michoacán, buscando las fortalezas para lograr en el estado un verdadero espacio de oportunidades e inversión.
¿En que consistiría esta estrategia?, esencialmente en establecer reglas claras y precisas para la inversión, por medio de hacer cumplir la ley y de establecer un gobierno fuerte y sólido que marque directrices claras. La inseguridad sigue en el contexto estatal y se volvió, lamentablemente, el pan de cada dia, acostumbrandose a ello. Hay una ausencia estrategias puntuales y explicitas, para revertir los procesos, otorgando al gobierno incapacidad de iniciativa, para prevenir en lugar de contestar a cada problema por separado.
El gobierno estatal debe reconocer aquellas áreas de la economía michoacana en las cuales existan mayores ventajas competitivas para la inversión, con relación a otros estados del país y el mundo, y procurar focalizar la inversión pública para el mejoramiento de las condiciones de infraestructura.
¿Qué puede ofrecer Michoacán que sea muy del Estado, que resulte lo suficientemente atractivo para los grandes inversores de modo que éstos inviertan y creen empleos? Un ejemplo muy claro, es el Estado de Aguascalientes.
El clima de inestabilidad política y social que ha vivido Michoacán ha influido en demás negativamente en la percepción que los inversionistas se han formado y tienen del Estado. Sigue siendo un reto complejo que en el corto plazo (dos a tres años), las administraciones pasadas y la presente, no han podido influir radicalmente en el cambio de percepción sobre Michoacán, el reto no es imposible, pero deberá incluir grandes esfuerzos y recursos para cambiar esta imagen.
Sin duda, los esfuerzos para atraer inversiones, dejan de corresponder exclusivamente al gobierno, en tanto, competen por igual a los potenciales inversionistas locales. Uno y otros necesitan comprometerse con las acciones que hagan crecer la ocupación, la producción de bienes y servicios y el bienestar general. Los beneficios serían para todos, con la participación de todos.
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