Donald Trump acaba de conseguir lo que muchos consideraban improbable, la presidencia de EUA. Esto sin lugar a dudas fue un resultado inesperado en muchos sentidos, pues no solo ganó la elección sino que lo hizo con una enorme ventaja de puntos en el colegio electoral sobre Hilary Clinton; por lo mismo se cuestionó el rol de las casas encuestadoras, cuya mayoría daba una victoria cerrada a cualquiera de los candidatos, incluso también se cuestionó la eficacia del sistema electoral estadounidense, pues el colegio electoral le dio la victoria a Trump aunque Clinton ganó en mayoría de votos, sin embargo las reglas se siguieron y dieron como resultado la victoria formal y legal del magnate.
Con este resultado inesperado en el proceso electoral estadounidense, se consolida un tercer fenómeno democrático ocurrido en este año, junto con el “Brexit” en Reino Unido y la victoria del NO en el referéndum por los tratados de paz en Colombia.
Pareciera ser que las mayorías tomaron las decisiones menos favorables para sus respectivos estados, ya que en los tres casos es probable que las consecuencias del voto de las masas sean más perjudiciales que benéficas a mediano y probablemente a largo plazo; muchas opiniones tanto de analistas como de simples ciudadanos coinciden en que la democracia está fallando al momento de constituir decisiones sensatas y progresistas para la mayoría de la población, incluso hasta muchos consideraron que el sistema democrático en estos casos debiera de replantearse para tratar de que siempre se tome la mejor decisión democrática.
Sin embargo, desde el punto de vista más objetivo, realmente la democracia no falló en nada en ninguno de estos tres casos, pues el concepto original de democracia es el gobierno del pueblo, que en términos de practicidad es el gobierno de las masas de ciudadanos.
En la actualidad hay un problema al momento de querer enseñar y defender la democracia y los sistemas democráticos, y no es por el hecho de que estén mal diseñados o algo por el estilo, sino porque erróneamente se le quieren brindar características a la democracia que realmente no posee.
La democracia es un sistema político donde las masas de ciudadanos escogen, ya sea por mayoría directa o a través de representantes también electos por mayoría, a quienes serán sus autoridades así como sus leyes e instituciones, tomando como principio la idea de respetar y de brindar ciertos derechos a las minorías que no compartan las decisiones de la mayoría. Sin embargo hasta ahí es a lo que llega, los problemas que aquejen al estado en general no deben ser achacados al régimen democrático, sino a las decisiones políticas que emanan de ese régimen
Debemos de bajar a la democracia del pedestal idealista donde actualmente la colocaron la mayoría de los países del mundo y verla como realmente es. Por sí misma la democracia no acabará con la pobreza, con la desigualdad, con la inseguridad, con el rezago educativo ni tampoco con los problemas de salud ni seguridad social, en todo caso la democracia únicamente estará encargada de acabar con el autoritarismo en la toma de decisiones políticas pero sin llegar más lejos que eso.
Creer que una decisión tomada democráticamente será más efectiva o más positiva que una decisión tomada de forma no democrática es caer una falacia, las mayorías tienden a equivocarse, pues al final todos somos personas y cometemos errores.
Imaginemos por un momento que en un país ficticio que tiene un sistema democrático tiene una elección en la cual uno de los candidatos al puesto de máxima autoridad señala abiertamente que si llega a ese puesto ejecutara políticas que perjudicaran a la mayoría de la población, no obstante la población, teniendo conciencia de esto, decide votar por ese candidato. Aunque es muy improbable que esto ocurra, en teoría si puede pasar y si así sucede, se tendría que respetar este resultado.
La democracia es la libertad colectiva de los ciudadanos para decidir, por tanto, estas decisiones deben ser acatadas, aun si no son las mejores. Al final de cuentas la democracia es el medio que la mayoría de los países ha elegido para tratar de sacar adelante sus distintos problemas públicos, no obstante sigue siendo un medio. En todo caso no debería aspirarse realmente a tener sociedades democráticas, sino sociedades libres y justas, que empleen la democracia para implementar estos valores.
Aunque realmente no nos parezcan correctas las decisiones tomadas por la mayoría, tanto en Reino Unido, como en Colombia y ahora en Estados Unidos, debemos respetar estas decisiones, pues en la democracia el pueblo es el que rige su propio destino.
Sin duda es una verdadera lástima que dentro de un par de años los jóvenes ingleses pierdan grandes oportunidades de trabajo en el continente europeo, o que muchos colombianos aun correrán el riesgo de lo que representa la guerra en el suroeste de Colombia, o que muchas familias de migrantes correrán el riesgo de ser separadas por las políticas xenófobas de Trump, pero al final estas posibles consecuencias fueron producto de decisiones democráticas. Y aunque nos duela profundamente en el alma, al final, la democracia es democracia.
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