En el 2018 el debate girará alrededor de la corrupción y podría terminar desplazando al asunto de la inseguridad que continua cobrando vidas. En este contexto, el PRI llegó a la conclusión que en este tema se asienta el malestar social, el cual quedó de manifiesto en los malos resultados electorales obtenidos el pasado 5 de junio. Temen perder el poder en dos años. Sin embargo, tal explicación les evita reconocer el fracaso de las reformas estructurales. No se han detenido a meditar que quizá las aprobaron a destiempo, entre otras cosas debido a una férrea oposición al neoliberalismo desde 1988. Además los vientos soplan en otra dirección como lo indica el triunfo del Brexit, que provocará la salida del Reino Unido de la Unión Europea o las medidas proteccionistas propuestas por Donald Trump, candidato presidencial del Partido Republicano.
Así debe examinarse el inédito perdón que pidió el Presidente de la República a la sociedad por el asunto de la “Casa Blanca” y el anuncio de la promulgación del Sistema Nacional Anticorrupción, el objetivo es arrebatarle la bandera de la corrupción al panismo quien a su vez se la robo a Andrés Manuel Lopez Obrador, (con todo y su honestidad valiente). Por lo pronto, la Comisión Nacional de Justicia Partidaria del PRI dio entrada a la solicitud de suspensión de derechos políticos partidarios y consecuente expulsión en contra de Javier Duarte de Ochoa, mandatario de Veracruz, Roberto Borge Angulo, gobernador de Quintana Roo y César Horacio Duarte Jáquez, mandatario de Chihuahua. Difícilmente habrá una purga, aunque es factible visualizar a Duarte de Ochoa tras las rejas y así intentar saciar la sed de venganza que predomina en la opinión pública.
Vale la pena recordar, que en el 2012 el Estado de México, Veracruz y la Ciudad de México fueron los principales bastiones en la victoria de Enrique Peña Nieto. En el terruño del mandatario habrá elección el próximo año y será determinante el resultado. No es casualidad que los senadores de la República priístas decidieran que su plenaria antes del arranque de periodo ordinario de septiembre se realice en esa entidad. Paralelamente la oposición busca lanzar una candidatura de coalición, los perredistas todavía no han definido si respaldaran al PAN o a Morena. Mientras en tierras veracruzanas las cosas son complejas, el gobernador electo del PAN, Miguel Ángel Yunes Linares, trae un ánimo de revancha contra Duarte de Ochoa y todo su gabinete, la lucha será a muerte. Como si faltara algo, Héctor Yunes Landa ex candidato priísta a la gubernatura en ese Estado ha reñido con gran parte de sus compañeros de partido. Esto no concluirá bien y es posible que se desfonde el PRI; pero donde el entorno resulta más grave es la capital del país. Hace cuatro años los tricolores tuvieron un ascenso y acapararon el 16. 28 por ciento, en el 2015 vino una caída en la aceptación de la ciudadanía al sólo alcanzar el 11.17 por ciento, lo más delicado sucedió en el proceso de junio pasado cuando recibieron el 7. 18 por cierto de los sufragios, que lejos están del 23. 4 por ciento que llegaron a tener en el 2000.
Claramente hay un anti priísmo que ha castigado al Presidente de la República, sus empleados no supieron traducir los logros de los primeros años de la administración en un mejor bienestar para la mayoría de la sociedad. No entendieron que las viejas formas de hacer política caducaron, los ciudadanos cambiaron del 2000 al 2012. Es verdad, todavía carecen de una idea clara de a dónde quieren que vaya la clase política. No obstante, muestran signos de impaciencia ante la falta de resultados y están dispuestos a valorar su voto.