Cada día que pasa el país se encuentra más cerca del día de las elecciones presidenciales, mismas que definirán al próximo ejecutivo así como a una buena parte de legisladores federales y autoridades de varios estados.
Por lo mismo ya han comenzado las “precampañas” para elegir a los que serán candidatos en las elecciones del 2 de julio del próximo año, en las cuales los contendientes empiezan a revelar distintas opciones de propuesta para el país, así como también los posibles aliados y colaboradores con los que trabajarían en el caso de alcanzar la presidencia.
Independientemente de las propuestas o actitudes que muestren los candidatos a lo largo de su precampaña y de su posterior campaña presidencial, son los ciudadanos los que a partir de ahora tienen que estar atentos ante cualquier comentario o hecho en el que esté involucrado alguno de los futuros candidatos, para así tener la mejor noción posible sobre la clase de político al que se contemplará la posibilidad de darle el voto en las urnas.
Y sobre todo, ahora más que nunca es necesaria una ciudadanía que no solo sea vigilante tanto de los candidatos como del proceso electoral en sí mismo, sino también que sea una ciudadanía activa en la participación para la solución de problemas públicos, es decir, dejar de lado la pasividad política que desgraciadamente ha caracterizado por mucho tiempo a las masas populares, y enfocarse en la participación activa de las políticas públicas.
Si esto último se logra concretar con éxito, de la persona que resulte triunfadora en el proceso electoral presidencial, ésta sentirá de primera mano la presión social de una ciudadanía participativa y consciente sobre la política nacional, por lo tanto tendrá que -de una u otra forma- enfocarse en hacer una gestión positiva pare evitar un descontento social que después pudiera transformarse en violencia.
Los ciudadanos de México deben dejar de lado la apatía política y empezar a inculcarse conocimiento de la realidad social y de la política actual mexicana, y posteriormente adoptar, como ya se señaló, una actitud mucho más activa.
La política no solo le corresponde a los partidos y líderes tradicionales, sino también a todos los ciudadanos, más ahora que la nación está en una crisis social profunda, los ciudadanos deben ser muchos más exigentes.
Ahora, más que nunca la ciudadanía debe pedir a la clase política propuestas tangibles y reales para solucionar los grandes problemas que hoy aquejan al país, tales como la inseguridad, la corrupción, la falta de empleo, los salarios bajos y la mala calidad educativa.
Al final de cuentas, México, por lo menos teóricamente, es una democracia bajo un esquema republicano, y finalmente en la democracia las autoridades son electas por el pueblo y a su vez las autoridades deben gobernar para el pueblo, pero debe de ser también bajo una presión popular real de la mayoría de los ciudadanos.