Defender a un priista encarcelado por corrupción es una mentada de madre. Pocos se atreven a hacerlo. Es exponerse al escarnio.
El que acusa goza de crédito, aunque carezca pruebas y lo único que tenga sean dichos de “testigos con beneficios”.
Automáticamente se transforma en campeón de la lucha anticorrupción, y hasta nutridas marchas organiza en el país con el apoyo de reconocidos intelectuales.
El que se atreva a reclamar el debido proceso es cómplice, corrupto, lacayo, chayotero, lagarto, rata y lamehuevos.
Y es que el respetable está harto —y con razón— de abusos cometidos por exgobernadores y funcionarios de ese y otros partidos, cuando están en el poder. Pero no son todos los que están, ni están todos los que son.
Los Duarte, Borge, Yarrington, Granier, Hernández, más los que se acumulen, son responsables, en parte, de que el otrora partidazo haya sido reducido casi a partido de La Chiquillada.
Un caso que ilustra lo arriba expuesto es el de Alejandro Gutiérrez y Gutiérrez, exsecretario general adjunto del PRI, encarcelado en Chihuahua por el supuesto desvío de 250 millones de pesos del erario a campañas del tricolor.
Está preso desde el 20 de diciembre del año pasado. Fue detenido en Coahuila y trasladado contra su voluntad a Chihuahua, violentando el debido proceso.
De eso habla la carta que Diana, hija de Gutiérrez, envió al periódico Reformapara clamar que su padre es inocente y que es por eso —y no por voluntad del régimen— que un juez federal ordenó que lo liberaran.
Lo encarcelaron, dice, por “las acusaciones que abusiva y arbitrariamente le hizo el fiscal de Chihuahua, bajo las órdenes del gobernador Javier Corral”.
Añade: “La Fiscalía de Chihuahua no pudo presentar una sola prueba que involucrara a mi papá en el supuesto delito que cometió. Sólo testigos con beneficios que, además de ser prohibidos en esos procesos, por sí solos no presentan una prueba sólida.
“Lo que sí hubo, y lo denunciamos, fue tortura sicológica para intentar obtener confesiones a modo, ante la falta de pruebas para poder incriminarlo”.
Diana nos recuerda que Corral construyó un Poder Judicial “a modo” para la satisfacción de sus intereses políticos. Removió ilegalmente al Tribunal Superior de Justicia y al Consejo de la Judicatura. La Suprema Corte de Justicia de la Nación tuvo que corregirle su “arbitrariedad”.
“Lo único que ha hecho es presentar un caso estridente y de alto impacto político, pero sin argumentos jurídicos sólidos, con el único propósito de ocultar la situación gravísima de inseguridad, de falta de gobernabilidad que se vive en su estado”.
La misiva recuerda que el gobernador Corral ignoró una y otra vez los requerimientos que se le hicieron desde el Poder Judicial para el traslado de Alejandro Gutiérrez a un penal federal.
No hay espacio para reproducir aquí toda la misiva, pero la hija de Gutiérrezremata con un párrafo que no le va a gustar al gobernador de Chihuahua:
“Corral debería declarar sobre su incapacidad de gobernar, sobre los miles de desaparecidos y muertos en su estado, sobre las conductas criminales de sus hermanos. En cambio, de manera burda, viola derechos humanos de gente inocente”.
- Francamente, esperábamos más del mensaje con motivo del Sexto Informe de Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto. Su epílogo fue poco autocrítico. Hizo un balance “mocho” de su sexenio.
Tocó muy por encima los temas de corrupción y violencia (sus talones de Aquiles.) Destacó, en cambio, los beneficios de las reformas estructurales que definió como el principal logro de su sexenio.
No esperábamos un harakiri del Presidente que se va, pero sí que, por lo menos, mantuviera el tono de los spots que precedieron al Informe, donde hasta de su responsabilidad en la Casa Blanca habló.
En el Palacio Nacional estaban, abajo a su derecha, los hombres más ricos de México. El poder económico en pleno. Slim, Azcárraga y Ramírez. Sus caras no reflejaban felicidad. Van a extrañar al presidente Peña. La Cuarta Transformación no se vislumbra propicia para los negocios.
Es cierto que Peña Nieto rompió diques, eliminó tabús, desmitificó el petróleo, combatió la dictadura de la cúpula sindical en la educación, benefició al consumidor en los precios de telefonía celular, extendió el empleo y la inversión extranjera.
Pero no le alcanzó para pacificar el país y devolverle la tranquilidad. Fue tolerante con el tema de la corrupción. Esos son sus dos talones de Aquiles.
- A Martí Batres, presidente de la Mesa Directiva en el Senado, le dieron una sopa de su propio chocolate que salpicó a Porfirio Muñoz Ledo, su homólogo en la de Diputados.
La tropa de Morena parece no entender que ya dejaron de ser oposición y que ahora tienen obligaciones institucionales. No quería dejarlos pasar a Palacio Nacional para asistir al Informe.
En la bola andaba el diputado Gerardo Fernández Noroña. Su actitud rijosa nomás no ayudaba a que Porfirio y Martí circularan sin problemas.
Cuando ambos legisladores entraron se escucharon gritos: “¡Oye Martí, no seas traidor cabrón! ¿Cómo que vienes al pinche Informe? ¡Tú no, Porfirio! ¡No sean lacayos! ¡Eres un ojete Porfirio!”.
Noroña estaba atravesado en el paso que se abrió para los invitados. Uniformados lo apartaron. “¡Están violentando el fuero constitucional!”, gritó.
A Gerardo le tengo aprecio, pero se vio mal. Rehusó, incluso, dar la mano que el panista Marco Adame, exgobernador de Morelos, le extendió.
Le echó bronca por ponerle la mano en la espalda para que lo dejara pasar. “Me aventó ese cabrón. No me gustan las confiancitas”, dijo. Gerardo esperó 15 minutos a que le trajeran un gafete que nunca llegó.