La Brecha de Michoacán y su relación con los terremotos que sacuden a México. Conoce más sobre esta relación natural aquí
Morelia, Michoacán.- Causantes de daños estructurales, colapsos de infraestructura urbana, modificaciones al relieve natural y pérdida de vidas humanas, los sismos son de los fenómenos naturales más destructivos que hay. México está ubicado en una de las zonas tectónicamente más activas del planeta, que lo mantiene propenso a temblores de tierra, particularmente violentos en brechas como la de Michoacán.
La información compartida a continuación, fue extraída del artículo “Una revisión general acerca de las características y consecuencias de grandes sismos en México” en la Revista Mexicana de Ciencias Geológicas, de Lenin Ávila Barrientos, perteneciente al Departamento de Sismología del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Baja California.
Cerca de la trinchera mesoamericana, donde ocurre la subducción de las placas Rivera y de Cocos por debajo de la Norteamericana, ha sucedido actividad sísmica de magnitud considerable desde la época prehispánica hasta nuestros días, la cual ha provocado catástrofes en varias poblaciones de condiciones geológicas o tipos de suelo de potencial propensión.
Cinco han sido los terremotos en el país de los que se tiene registro, de escalas mayores o iguales a 8.0 grados Richter, acaecidos el 28 de marzo de 1787 (8.6°), el 3 de junio de 1932 (8.2°), el 19 de septiembre de 1985 (8.1°), el 9 de octubre de 1995 (8.0°) y el 7 de septiembre de 2017 (8.2°).
En el área de subducción del Pacífico mexicano, a las zonas donde no ha ocurrido un evento mayor a siete grados en la escala de Richter, en un periodo de más de 30 años, se les denomina brechas sísmicas o gaps sísmicos, por lo que la brecha de Michoacán concluyó su ciclo al presentarse un sismo de 7.3 grados el 24 de octubre de 1981 -18 kilómetros al Noreste de Las Guacamayas-, luego del ocurrido el 30 de enero 1973 de 7.6 grados -43 kilómetros al Sureste de Coalcomán-, tan solo ocho año después.
Les siguieron los del 19 de septiembre de 1985 (45 kilómetros al Noroeste de La Mira, 8.1°), 30 de abril de 1986 (48 kilómetros al Sur de Coalcomán, 7.0°), 11 de enero de 1997 (43 kilómetros al Noroeste de La Mira, 7.1°), 9 de agosto del 2000 (35 kilómetros al Oeste de La Mira, 7.0°) y 19 de septiembre de 2022 (61 kilómetros al Sur de Coalcomán, 7.7°), según datos del Catálogo de Sismos del Servicio Sismológico Nacional.
Uno de los siniestros más recordados por la sociedad mexicana fue el del 85, con epicentro frente a la desembocadura del río Balsas hacia las costas michoacanas, generando afectaciones mayores a una distancia de 400 kilómetros en la Ciudad de México: más de diez mil personas muertas, cinco mil desaparecidas, cuatro mil rescatadas de entre los escombros y cerca de trescientas mil que perdieron sus hogares; alrededor de mil edificios colapsados y demolidos por las fracturas, y 800 mil kilómetros de carreteras dañadas.
Mientras que en la región epicentral, específicamente en Lázaro Cárdenas, se deformaron las vías ferroviarias, hubo viviendas significativamente perjudicadas y se presentó un tsunami, pero las consecuencias fueron menos serias que en la capital, ya que aparentemente no hubo víctimas que lamentar.
Datos específicos sobre la capital del estado se encuentran en el artículo “Efectos de las fallas asociadas a la sobreexplotación de acuíferos y la presencia de fallas potencialmente sísmicas en Morelia, Michoacán, México”, de cuatro especialistas del Departamento de Geología y Mineralogía de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
De acuerdo con la publicación, en la mancha urbana moreliana comenzaron a presentarse hundimientos del terreno a partir de 1983, primero como grietas con desplazamientos casi imperceptibles, que poco a poco evolucionaron hasta alcanzar una geometría con trazas rectas y movimientos verticales que han afectado a un gran número de construcciones y obras civiles, algunas de las cuales se han demolido.
Las causas son es la sobreexplotación de acuíferos, unida a la existencia de fallas tectónicas, dos de ellas potencialmente sísmicas con segmentos activos, que forman parte del sistema Morelia-Acambay, así como geológicas anteriores a la urbanización, pero que se reactivaron por la actividad antrópica.
El fallamiento identificado se encuentra en La Colina, Central Camionera, Chapultepec, La Paloma y Torremolinos, con impacto a todos los estratos sociales, por su presencia en zonas industriales, hospitales, colonias de escasos recursos y residenciales. La avenida Héroes de Nocupétaro es la más afectada.
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En consecuencia, resulta apremiante el desarrollo de planes de acción para la mitigación de riesgos ante este tipo de siniestros, así como la educación social en materia de prevención, pues todavía no es posible predecir los lugares, magnitudes, fechas y horas de estos fenómenos naturales, y es necesario implementar medidas de de reducción de desastres.