Juanita Bravo fue pieza clave para que a México se le otorgara la denominación de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad
Morelia, Michoacán.- “Me enseñé a cocinar desde muy pequeña, ayudando a mi abuela que estaba en un problema de rodillas y no podía recoger sus productos para cocinar y desde muy pequeña le empecé a ayudar”.
Narra Juana Bravo Lázaro, una Maestra Cocinera Tradicional de Michoacán, de las más reconocidas a nivel internacional y quien fue pieza clave para que a México se le otorgara el nombramiento de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por la UNESCO, al cocinar con otro grupo de cocineras tradicionales que trajeron al país dicho logro.
Y es que si bien el nombramiento es para la comida tradicional mexicana en general, el modelo de la candidatura para otorgarlo en el año 2010 fue la cocina tradicional michoacana. De tal suerte que el título es: “La cocina tradicional mexicana, cultura comunitaria, ancestral y viva. El paradigma Michoacán”.
Juanita Bravo, originaria de la comunidad indígena de Angahuan en el municipio de Uruapan, platicó durante un especial transmitido por la Secretaría de Turismo de Michoacán, que empezó a vender alimentos por necesidad, para sacar los centavitos que apoyaran en la manutención de sus hijos.
“Donde vivo vendía enchiladas, tacos, pozole, atoles, pan natural y fue un éxito en ese tiempo de los 90’s. Un 16 de septiembre salí a vender a Uruapan, corundas y churipo (…) hace como 20 años (recuerda) y fui la primer mujer que salió del pueblo para ir a vender a Uruapan, aunque en ese tiempo no fue éxito”.
Juana Bravo Lázaro, una Maestra Cocinera Tradicional de Michoacán
La Maestra Cocinera reveló que al salir de Angahuan a la cabecera municipal le resultó difícil en parte por su condición indígena y no hablar el idioma español; y además porque la economía era complicada incluso, para salir a vender y trabajar. “Y el turismo no conocía ni las corundas, ni las gorditas, ni las tortillas bicolores (…).
“Y poco a poquito fui dándoles a conocer a la gente la comida tradicional de la Meseta Purépecha. Ahí empecé mi trabajo y echándole ganas fue que vinieron más días para seguir luchando por nuestros hijos y para mi misma. Muy pequeña empecé de todo”, recuerda Juanita.
Juana Bravo Lázaro, una Maestra Cocinera Tradicional de Michoacán
Juanita además de cocinera tradicional también es artesana, ella misma señala que como mujer, se dedica a la artesanía y elabora rebozos con telar. Ella, fue quien tejió los rebozos de la representación de “Las Aguadoras de Angahuan” del Nacimiento Monumental que se coloca en la conocida como “plaza grande” en Pátzcuaro. Y agrega, que además ya enseña a las jóvenes de su comunidad para que no se pierda la cultura de la localidad.
En la breve entrevista Juanita Bravo relata que sus platillos favoritos son los uchepos, que se elaboran con elote tierno y que son característicos de comida tradicional michoacana, así como un tamal que denominan “nacatamal” y las corundas. Los tres, platillos que los turistas y visitantes no deben dejar de probar en sus visitas a Michoacán.
Juanita, quien ha luchado para que la cocina tradicional michoacana no muera y por el contrario, se conozca en todo el mundo a viajado a países como Francia, Kenia, Canadá, Estados Unidos, Argentina y Holanda entre otros, en los que ha fascinado con su especial “sazón” para cocinar y ha encantado paladares con sus platillos típicos michoacanos.
La cocinera, artesana y maestra cuenta con un espacio donde los turistas y visitantes locales, nacionales y extranjeros pueden probar sus platillos; sin embargo al ser una comunidad poco habitada y sin infraestructura suficiente para pernoctar, recibe únicamente por reservación, que se pueden hacer en las páginas:michoacan.travel en el apartado de restaurantes y cocineras tradicionales. O bien en la página: gastronomíamichoacana.com
Los precios que se anuncian en dichos portales van desde los 100 pesos y depende del número de comensales. “Quienes visiten Michoacán vengan a ver el volcán Paricutín, bajan y de ahí se vienen a comer aquí los recibimos con los brazos abiertos y tortillas calientitas”.