En México, gobierna un presidente que demuestra, con hechos, sí… pero lo contrario a lo que afirma.
Para comprobarlo, basta con observar y escuchar sus últimas conferencias mañaneras e intervenciones en eventos públicos, y contrastarlas con sus vaivenes políticos.
Un ejemplo: el pasado 29 de febrero visitó su tierra natal, Macuspana, en Tabasco, donde manifestó una vez más, las contradicciones y discrepancias entre su discurso y la realidad evidente.
“A la autoridad se le tiene que respetar”, aseveró con molestia, en respuesta a los abucheos del público. Dijo que la gente debe dejar “la politiquería y la grilla”, amenazando que no hablaría entre gritos.
Claro, no es lo mismo ser borracho que cantinero. Lo dice quien, hasta el 30 de noviembre de 2018, encabezó la oposición a sus antecesores. Durante 12 años, recurrió a lo que hoy le molesta.
Él, que se autoproclamó “presidente legítimo” e impulsó la consigna “voto por voto, casilla por casilla”, cuando perdió las elecciones en 2006 y acusó a Felipe Calderón Hinojosa de cometer fraude electoral. Luego, instaló un plantón en Paseo de la Reforma, que ocasionó pérdidas económicas millonarias y violentó la libertad de tránsito de la población capitalina.
Ahora, exige a sus audiencias que no sean parte de “la borregada”, que no se dejen manipular por intereses individuales, porque lo importante es “el bien de la mayoría”.
También, Andrés Manuel López Obrador, asegura que cada persona posee libertad de criterio, pero, a quienes no concuerdan con su proceder, les llama “la resistencia”, “adversarios”, “conservadores”, “reaccionarios” y “fifís”.
Lo cierto es que, para el mandatario mexicano no hay punto medio: estás con él, o en su contra. Alega que la crítica al gobierno que preside, es promovida por quienes ostentaban el poder, antes de su llegada, los mismos que ahora están molestos porque ya no les permite robar ni gozar de privilegios. Por eso, asegura, lo critican y atacan, con mentiras y sin amor al pueblo.
¿Dónde queda, entonces, la libertad de pensamiento y expresión?
En conclusión…
El 3 de marzo, López Obrador compartió en redes sociales una fotografía donde se le ve sosteniendo una pala; en el pie de foto, explica: “Siempre me ha gustado sembrar, más cuando se trata de todo un desafío: plantar una ceiba tropical en el jardín del Palacio Nacional. Ojalá y se logre.”
La imagen, permite una analogía perfecta de su desempeño al frente del Gobierno de México: no cualquiera sabe sujetar una herramienta, menos utilizarla. Su uso correcto requiere conocimiento y experiencia. Para lograr resultados fructíferos, hay que emplear técnicas efectivas. O como dice el dicho, en la forma de agarrar el taco, se conoce al que es tragón.
Y, en la foto como en su mandato, todo eso le falta.
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