En el ámbito publicitario, cada elemento está meticulosamente planeado para impactar las decisiones de consumo, un aspecto particularmente fascinante y efectivo es el empleo de palabras extranjeras en los anuncios.
Aunque no siempre son entendidas por todos los destinatarios, su inclusión es deliberada. Este fenómeno se alinea con estrategias comunicativas que superan la mera traducción y se fundamentan en el capital simbólico que ciertos idiomas ostentan, superando así su significado meramente literal.
La publicidad se compone de dos elementos fundamentales: el informativo y el persuasivo. Mediante ellos, los mensajes de los anuncios son transmitidos de forma hipercodificada y, frecuentemente, en diferentes idiomas.
Los anuncios utilizan sistemas semióticos como imágenes, sonidos y colores para motivar al receptor a tomar una acción concreta. A pesar de ello, es habitual encontrar anuncios en lenguas extranjeras que no son comprendidas por la mayoría de los consumidores.
Frases como “Just do it” o “I’m lovin’ it” son especialmente reconocibles cuando se acompañan de logos o tipografías distintivas. Sin embargo, reconocer una frase no implica necesariamente comprenderla.
El uso de idiomas que no son entendidos por el público se justifica por el valor simbólico atribuido a un idioma específico.
El concepto de capital simbólico, propuesto por Pierre Bourdieu, refiere al prestigio o reconocimiento que algo adquiere dentro de una sociedad.
Este tipo de capital está interrelacionado con otros capitales como el cultural y el social, por lo que la lengua se convierte en un capital simbólico que no solo facilita la comunicación, sino que también confiere prestigio y legitimidad.
En la publicidad, palabras en inglés, francés, italiano o alemán se mantienen intencionadamente en su idioma original para evocar valores asociados directamente con el producto. Estas palabras perderían su efecto simbólico si se tradujeran al español.
Al pronunciarse con acentos característicos, estas palabras fortalecen la imagen que el consumidor tiene del producto, influenciando su percepción y decisión de compra. La repetición de estos patrones y extranjerismos en la publicidad ha llevado a los consumidores a familiarizarse hasta el punto de considerarlos naturales en este contexto comunicativo.
Traducir estas expresiones podría romper con las expectativas del público y disminuir la efectividad del mensaje publicitario.