Como bien dice Luigi Ferrajoli: “los derechos no caen del cielo”.
En efecto, los logros a favor de la dignidad personal se han obtenido gracias a la lucha de hombres y mujeres que han reivindicado sus derechos y han establecido límites al poder.
Ha sido un camino largo y sinuoso. Por fin en este siglo avizoramos una perspectiva con condiciones propicias para nuestro mejoramiento en lo individual y en lo colectivo.
Aunque parezca inverosímil, en México apenas hace poco más de 13 años que, a través de una reforma constitucional, se constitucionalizaron por primera vez como concepto preciso e integral a los derechos humanos y sus garantías.
Y por virtud de otra reforma constitucional en 2013, en el articulo sexto, se incluyó el deber del Estado mexicano de asegurar el derecho de acceso a las tecnologías de la información y comunicación, además de los servicios de radiodifusión y telecomunicaciones, incluido el de la banda ancha e internet.
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Los derechos digitales nos abren un nuevo horizonte que cambia radicalmente la concepción de bienestar y desarrollo. Potencia las posibilidades del ejercicio de otros derechos y permite el ejercicio pleno de nuestra dignidad: libre expresión de las ideas, mejor educación, seguridad pública consistente, acceso expedito a la salud, protección a la privacidad, propiedad intelectual, transparencia, entre otros derechos.
Por supuesto que para la consolidación de estos nuevos derechos se requiere de voluntad política: de que los gobernantes comprendan que vivimos otra era.
Concebir un desarrollo tecnológico implica un cambio en nuestra mentalidad, mucho trabajo y generar las condiciones para las inversiones pública y privada. Con el cambio de paradigma verdaderamente nos situaremos en un mundo en el que todos tendremos mejores oportunidades y un mayor bienestar.
Por: Armando Alfonso Jiménez/ Constitucionalista/ @armandoalfonzo
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