La huelga de estibadores en Estados Unidos generaría un efecto en los precios y el comercio.
Estados Unidos.-La reciente huelga de los puertos en la costa este de Estados Unidos por parte de la Asociación Internacional de Estibadores ha generado un intenso debate sobre sus repercusiones económicas.
Thomas DiLorenzo, presidente del Instituto Mises, argumenta que esta medida sindical está limitando el comercio de manera significativa, provocando efectos parecidos a los aranceles proteccionistas.
DiLorenzo explica que, aunque las huelgas de sindicatos como el de los estibadores no se perciben comúnmente como conspiraciones comerciales, en la práctica pueden tener impactos similares.
La interrupción del flujo de bienes importados reduce la oferta, lo que lleva a un incremento en los precios, un fenómeno similar al ocasionado por políticas proteccionistas que buscan restringir el comercio internacional para favorecer la producción local.
Además, critica que la Ley Antimonopolio Sherman, que prohíbe las conspiraciones para restringir el comercio, no se aplique a los sindicatos, permitiendo que huelgas como la actual tengan un gran impacto económico sin consecuencias legales.
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DiLorenzo también cuestiona el uso general de las leyes antimonopolio, describiéndolas como herramientas que las empresas utilizan para atacar a competidores más eficientes mediante litigios, en vez de competir en el mercado.
Según DiLorenzo, los efectos de la huelga son comparables a los de los aranceles proteccionistas.
Aunque el propósito de la huelga es negociar mejores condiciones salariales y evitar la automatización en los puertos, su impacto inmediato es la reducción de las importaciones y el consecuente aumento de precios, lo cual se asemeja a una ‘conspiración para fijar precios’, pero sin tal conspiración.
El presidente del instituto Mises también señala la hipocresía de aquellos que apoyan las políticas proteccionistas de la administración de Donald Trump pero critican la huelga de los estibadores, a pesar de que ambos fenómenos tienen efectos similares en el mercado.
Además, compara la resistencia actual contra la automatización con el movimiento ludita del siglo XIX, sugiriendo que al resistirse a la automatización, los sindicatos están defendiendo ideas obsoletas que podrían dañar a los trabajadores y a la industria a largo plazo.
Finalmente, DiLorenzo sugiere que, aunque la huelga no es una herramienta corporativa, podría beneficiar temporalmente a ciertas corporaciones debido al aumento de precios.
Además, critica la oposición a la automatización, argumentando que las mejoras tecnológicas podrían fomentar un crecimiento económico que beneficie a todos los sectores.