Exploran cómo el estrés afecta la microbiota intestinal y debilita el sistema inmune.
Alemania.-Es bien conocido que el estrés puede desencadenar malestares diversos, pero ¿Cómo afecta exactamente un cerebro estresado nuestra salud? Recientes investigaciones sugieren que las alteraciones en las bacterias intestinales podrían ser una respuesta, vinculando directamente el estrés con un desbalance en la microbiota intestinal y la subsiguiente debilitación del sistema inmune.
Históricamente, los estudios se enfocaban en cómo las bacterias influían en el cerebro, dejando de lado el efecto de los estados psicológicos sobre estas. Un estudio en ratones ha mostrado cómo el estrés puede inhibir ciertas glándulas en el intestino, afectando tanto a la microbiota como al sistema inmune general del organismo.
Los científicos reconocen la interacción entre el cerebro y el intestino, donde el estrés promueve la liberación de hormonas que pueden causar trastornos intestinales. A su vez, el intestino envía señales químicas que impactan el cerebro. A pesar de esta conexión, las rutas exactas de esta comunicación son aún poco claras.
En un esfuerzo por profundizar en este fenómeno, el neurocientífico Ivan de Araujo y su equipo del Instituto Max Planck de Cibernética Biológica en Tübingen, Alemania, investigaron las glándulas de Brunner en el intestino delgado. Descubrieron que su remoción en ratones aumentaba su susceptibilidad a infecciones e inflamaciones, liberando sustancias químicas y células inmunes que dañan los tejidos.
El estudio también examinó a humanos que habían sido operados para remover tumores en áreas que incluían las glándulas de Brunner, notando un incremento en los niveles de glóbulos blancos en comparación con aquellos operados en otras áreas.
La eliminación de estas glándulas en ratones también resultaba en la pérdida de bacterias del género Lactobacillus, que actúan como un sello entre las células del intestino, manteniendo su contenido mientras permiten la absorción de nutrientes. Sin los lactobacilos, el intestino se vuelve permeable, permitiendo que bacterias nocivas se filtren en la sangre y desencadenen una respuesta inmune, inflamación y las enfermedades observadas en los ratones afectados.
Se encontró que las neuronas de las glándulas se conectan con el nervio vago, estableciendo un canal de comunicación directo con la amígdala, que gestiona las respuestas emocionales y al estrés. Al someter a ratones sanos a estrés, se observaron efectos similares a la extirpación de las glándulas de Brunner: una reducción en los niveles de lactobacillus y un aumento en la inflamación, indicando que el estrés podría estar inactivando estas glándulas.
Con estos hallazgos, se abre la posibilidad de desarrollar tratamientos para trastornos relacionados con el estrés, como las enfermedades inflamatorias intestinales. Actualmente, De Araujo y su equipo exploran cómo el estrés crónico podría afectar a estas vías en bebés, quienes obtienen sus lactobacillus a través de la leche materna.