Explora cómo la basura espacial de Starlink afecta el medio ambiente orbital.
Estados Unidos.-Starlink, la iniciativa de Elon Musk, ha revolucionado el acceso a Internet en regiones remotas, pero enfrenta problemas relacionados con la basura espacial.
Sus satélites orbitan entre 480 y 1,900 kilómetros sobre la Tierra, sumándose a los cientos de satélites que circundan el planeta, mayormente monitoreados por agencias como la NASA. Sin embargo, el incremento de satélites en los últimos cinco años ha intensificado los problemas de contaminación orbital.
La regulación actual sobre estos satélites es limitada, y su lanzamiento no pasa por un análisis medioambiental riguroso. Con el creciente interés de empresas privadas en la exploración espacial, el número de lanzamientos y satélites operados por entidades privadas ha aumentado significativamente.
El Public Interest Research Group (PIRG) ha emitido un informe, redactado por Lucas Rockett Gutterman, que destaca este problema, enfocándose en Starlink.
“Queremos que la gente se conecte a la alegría y a la comunidad, y a las oportunidades económicas de internet, pero no deseamos crear un lío que nos llevará potencialmente cientos de años limpiar si lo hacemos mal”, señala Gutterman.
Moriba Jah, experto en ingeniería aeroespacial, indica que de los 50 mil objetos en órbita, 40 mil son basura y los restantes 10 mil son satélites, de los cuales 6,000 son de Elon Musk. Este aumento en la cantidad de satélites también ha generado preocupaciones sobre la contaminación lumínica y los peligros de fragmentos de satélites que reingresan a la Tierra.
Además, la descomposición de metales y plásticos en la atmósfera superior podría tener efectos nocivos desconocidos en la Tierra. Los satélites desactivados generalmente se incineran al reingresar a la atmósfera, pero se sabe poco sobre los materiales utilizados en su fabricación.
PIRG ha solicitado a la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de los EE. UU. que reconsidere las normativas que eximen a los satélites comerciales de órbita baja de revisiones medioambientales, y que se evalúe cada nuevo lanzamiento en términos de su impacto ambiental.
La meta no es detener los lanzamientos, sino asegurar que no dañen nuestro planeta.