Hotel Virrey de Morelia; así luce su interior, como ruinas de lujo debido al abandono derivado de un escándalo laboral
En pleno corazón del Centro Histórico de Morelia, sobre la emblemática avenida Madero esquina con Abasolo, yace en total abandono, como un Titanic hundido, uno de los íconos arquitectónicos y culturales más representativos de la ciudad: el Hotel Virrey de Mendoza.
Este inmueble, inaugurado en 1940, no solo fue un espacio de lujo y exclusividad, sino también un punto de encuentro para turistas, empresarios y amantes del arte.
Hoy, a siete años de los escándalos laborales que lo llevaron a cerrar sus puertas, su estado despierta una profunda nostalgia y una pregunta en el aire: ¿será posible rescatarlo?
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El paso del tiempo se evidencia en cada rincón del Virrey de Mendoza. A través de los cristales rotos y sucios, aún se pueden observar vestigios de su esplendor.
En el interior, un piano de cola, cuya tapa superior yace cubierta de polvo, se alza como un triste testigo de los días en que su música acompañaba a los huéspedes que disfrutaban de un coñac, un amaretto, licor 43, un tequila o cerveza en sus elegantes salones.
Las mesas siguen puestas, y aún conservan copas de cristal. También se observa una estantería abarrotada que exhibe botellas de licores finos, algunas de ellas todavía con contenido, como si el tiempo se hubiese detenido en el último brindis.
Sobre la barra, una botella vacía despierta la nostalgia en torno a quién habrá dado ese último trago, qué conversación giró en torno a esa última bebida.
Los vitrales, que alguna vez iluminaban el lobby con colores vibrantes, hoy apenas dejan pasar la luz, opacados por la suciedad. Las cornisas están rotas, las macetas que adornaban los balcones están secas y desmoronadas, y las telas guindas de los toldos exteriores cuelgan desgarradas.
El letrero principal, con las letras que formaban el nombre del hotel, está tan deteriorado que apenas se distingue: Virrey de Mendoza.
El declive de este ícono comenzó en 2017, tras una serie de demandas laborales que derivaron en su cierre definitivo.
Aunque en su momento fue uno de los hoteles más lujosos de Morelia, el conflicto dejó a decenas de trabajadores en el limbo y a la ciudad sin uno de sus referentes turísticos más importantes.
El Virrey de Mendoza no es solo un edificio; es un símbolo de la historia y el turismo en Morelia.
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Su estado actual invita a la reflexión sobre la responsabilidad que deberían asumir las autoridades y la sociedad para proteger el patrimonio arquitectónico y cultural de la ciudad.
¿Es posible devolverle la vida al piano olvidado y rescatar los recuerdos que se esconden tras los manteles ahora cenizos?
Mientras tanto, el Virrey de Mendoza permanece como un mudo testigo de la grandeza que alguna vez tuvo y de la indiferencia que lo consume.