Todd Orr suele realizar este tipo de excursiones en soledad. A veces para cazar renos. Otras solo para escalar montañas, como este domingo, cuando se encontraba en el Beaverhead-Deer Lodge National Forest. Pero estaba advertido que podría tener un encuentro no deseado con animales salvajes. Y fue lo que le ocurrió.
El sábado, la administración del parque había emitido un alerta sobre la presencia de osos y advertía a quienes caminaran por los senderos en busca de aventuras que llevaran sus spray para lanzar sobre las bestias. Pero Orr no tuvo tiempo y pese a haberla rociado una feroz osa se le cayó encima y comenzó a morderlo y golpearlo con sus garras.
La que lo atacó era una gran osa que estaba con sus crías. Sin entender por qué lo hizo, Orr relató en su cuenta de Facebook que el animal se lanzó sobre él y comenzó a atacarlo sin piedad. Lo único que pudo hacer el aventurero fue protegerse con sus brazos, cubriéndose lo máximo posible su rotro y cabeza. Sin embargo ya había recibido una profuda herida en la parte superior de su oreja derecha.
“Estaba encima mío mordiendo mis brazos, mis hombros y mi mochila. La fuerza con que lo hacía parecía un martillazo de dientes. Dejaba de morder por unos segundo y volvía a hacerlo. Una y otra vez. Después de unos minutos que parecieron una eternidad, desapareció”, contó el hombre en su perfil.
Orr continuó su dramático relato: “Aturdido me levanté con cuidado. Estaba vivo y era capaz de caminar así que me dirigí camino abajo unos tres kilómetros donde estaba mi furgoneta. A mitad de camino por el sendero, miré mis heridas. Esperaba que el sangrado no fuera significativo. Pero a los 10 minutos, escuché un sonido y volví a encontrar a la osa gris”.
“Ella estaba encima mío otra vez. No podía creer que esto estaba pasando ¡por segunda vez! ¿Por qué a mí? Tuve suerte en el primer ataque, pero ahora me preguntaba si podría sobrevivir a un segundo”, manifestó el hombre.
La sangrienta y dramática escena se repitió. “La sangre chorreaba por mi cara”, recordó Orr. “El dolor me hizo flaquear. No me moví. Pensé que esto sería el fin”. Pero al parecer, sin saber muy bien el motivo, la osa se detuvo nuevamente. “Nunca me olvidaré de ese momento. Un silencio mortal. Sólo su respiración se escuchaba. Se paró sobre mí durante 30 segundos aplastándome”, cuenta. Finalmente, el salvaje animal partió.
“No es mi mejor día, pero estoy vivo”, concluyó el hombre que lo pensará dos veces antes de adentrarse nuevamente en ese sendero del Beaverhead-Deer Lodge National Forest cuando haya advertencias de presencia de osos.
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