La lucha libre es un deporte profundamente arraigado en México, con una rica historia que data desde la época de la Guerra de los Pasteles. Enrique Ugartecha, conocido en 1863, es considerado el pionero de este deporte en México.
En 1922, Salvador Lutteroth, un veterano de la revolución, fundó la Empresa Mexicana de Lucha Libre, actualmente conocida como Consejo Mundial de Lucha Libre. Lutteroth buscó talentos por todo el país para sus eventos.
En 1930, durante una visita a Texas, Lutteroth quedó impresionado por Corbin James Massey, un joven luchador destacado por su velocidad y habilidad. Invitado a unirse a la empresa, Massey debutó el 21 de septiembre de 1933 en la Arena Modelo, ahora conocida como Arena México, bajo el nombre de Ciclón Mckey. En esa misma función, también luchó Yaqui Joe, el primer campeón mexicano de lucha libre.
Para celebrar el primer aniversario de la EMLL, Mckey decidió innovar y solicitó a un zapatero local, Antonio H Martínez, que le diseñara una máscara. Aunque el primer diseño no fue exitoso, Martínez no se rindió y tras tomar 17 medidas de la cabeza de Mckey, creó la primera máscara de luchador en cuero. Mckey adoptó entonces el personaje de La Maravilla Enmascarada, debutando con este nuevo atuendo el 21 de septiembre de 1934 contra Frank Gou, causando gran impresión y curiosidad sobre la identidad del enmascarado.
Corbin se retiró en los años 50 y falleció en 1979. La tradición de las máscaras fue continuada por otros luchadores, como Jesús Velázquez Quintero, conocido como El Murciélago Enmascarado, quien también contribuyó a la rica historia de la lucha libre en México, defendiendo su identidad y narrativa en cada combate.
Este legado ha transformado la lucha libre, convirtiéndola en un espectáculo de personalidades enmascaradas llenas de color y vida.