El deporte en México siempre es una actividad bien vista y muy importante, pues siempre se ha buscado destacar en los eventos deportivos más importantes a nivel mundial. Uno de estos eventos es el mundial de fútbol y, si es una opinión muy a destiempo de las competiciones mundialistas; pero que a la fecha siguen dando de que hablar.
El sistema competitivo a nivel deportivo en México deja mucho que desear, pues ya no compiten las personas que realmente lo merecen; compiten aquellas personas que tienen más capacidad de atraer a los medios de comunicación y con ello vender su imagen para generar más ingresos. Con ello se fomenta una idea de mediocridad y un disgusto por la actividad deportiva (ahí están los índices de obesidad).
El bendito fútbol mexicano, un negocio que tiempo atrás era disimulado, hoy en día; goza de ser uno de los negocios más evidentes a nivel nacional.
Morelia, Michoacán; ciudad que es patrimonio cultural de la humanidad y en la cual no destacan muchos deportes mas que el fútbol, deporte que durante la pandemia del COVID-19; fue retirado de la ciudad por uno de los mercenarios del país como lo es Salinas Pliego, quien sin importar el arraigo de un equipo con el cual se identificaba el pueblo purépecha y ciudadanía estadounidense, lo llevó a la ciudad de Mazatlán, dejando a personas sin poder llevar el sustento diario a casa.
Llegó una nueva franquicia y administración a la ciudad, aunque no fue en el máximo circuito, se rescató algo de la identidad del estado. Todo era miel sobre hojuelas, hasta que el paso del tiempo demostró lo contario.
El equipo de fútbol de la ciudad nuevamente se convirtió en un interés económico, pues; pese a estar en “una segunda división”, siempre se dejaron muy buenos ingresos económicos. Sin embargo, en toda situación existe un pero y el Atlético Morelia no fue la excepción.
Detrás de toda la mafia del fútbol mexicano; siempre han existido grupos sociales debidamente organizados que han exigido y han hecho valer sus derechos.
Uno de estos grupos sociales dentro de la ciudad de Morelia ha sido la “Locura 81”, organización que durante años se ha dedicado a alentar al equipo de la ciudad dentro y fuera de país y que, además se han enfocado a realizar labores sociales en pro de una sociedad justa e igualitaria.
Es importante mencionar que a estos grupos de animación los tienen satanizados a nivel nacional por “causar conflictos” y pertenecer a las zonas “marginadas” del país, denigrando y violentado los derechos humanos de la mayoría de sus integrantes, pues; constantemente son víctimas de uno de los aparatos represivos del estado como lo es la policía, según Althusser. Sin importar que dentro de las filas de estos grupos de animación existan personas que académicamente están preparados y que ofrecen una postura crítica ante muchas situaciones de injusticia fuera y dentro de la cancha.
Son estás personas las que son capaces de alzar la voz sin hacer uso de la violencia, pues basta con manifestaciones pacíficas, canticos y pancartas para incomodar a los propietarios; quienes como respuesta ordenan la represión inmediata de estos grupos, convirtiendo este estado democrático en un estado fascista, ya que también se ven involucrados intereses gubernamentales a favor del opio del pueblo.
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Lo anterior deriva una persecución constante que fomenta la discriminación social, por no pertenecer a una sociedad de “elite” que obedece al pie de la letra lo que el sistema dice, y que en su mayoría no es capaz de mostrar una postura crítica ante las situaciones que socialmente se le presentan, pues están completamente nutriendo a la economía e intereses del sistema en turno.
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