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Francisco Lemus | Twitter: @PacoJLemus

Desde su llegada de rebote a la candidatura y eventual gubernatura de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla ha estado constantemente a la sombra del presidente López Obrador, se puede entender que defienda un proyecto con el que ha comulgado desde hace bastantes años, pero su labor parece cada día más la de un propagandista que la de un gobernante.

Es de remarcar que tras el desastre que representó el gobierno anterior, dirigido por Silvano Aureoles, se esperaría que cualquier cambio significaría una bocanada de aire fresco para los michoacanos, lejos de eso, este gobierno apenas elevó los niveles de popularidad comparado con su predecesor quien actualmente está sumido en la ignominia.

Pero lejos de intentar demostrar que este gobierno era algo distinto y desmarcarse de las últimas administraciones y todos sus errores, Ramírez Bedolla optó por reciclar cartuchos quemados de las últimas dos décadas. Y sólo tratar de colgarse de la popularidad del presidente.

Debido a esto último, tratando de seguir la línea de comunicación de su líder, Ramírez Bedolla celebra conferencias de prensa semanales que por lo general sólo sirven para mostrar su respaldo al presidente en sus múltiples cruzadas contra la oposición.

Como si Michoacán no tuviera problemas lo bastante graves, el gobernador utiliza sus émulos semanales para únicamente dar opiniones acerca de temas estatales y de paso siempre que sea posible refrendar los dichos del presidente. Pero en general sus declaraciones tienen poco o nulo impacto en la agenda estatal.

Derivado de esto se entiende que el gobernador se encuentre en el sótano de las evaluaciones, sólo amortiguado por los números de David Monreal (invariablemente el peor calificado de México), Miguel Barbosa y recientemente Indira Vizcaíno (Colima) y Esteban Villegas (Durango).

De acuerdo a Consulta Mitofsky, en este octubre el gobernador michoacano logró un ligero repunte y gracias a ello pasó del lugar 31 al 28, con 37.9 y 39.7 por ciento de aprobación respectivamente, pero como ha pasado con su gobierno desde el inicio, no ha logrado superar un 40 por ciento de aprobación, gracias a lo cual se ubica en el fondo de la lista.

Al cerrar su cuarto año de gobierno el presidente cuenta con un 59 por ciento de aprobación, lo que representó un retroceso importante comparado con el cierre de su tercer año cuando superó los 65 puntos de aprobación.

Números bastante altos comparados con cualquier gobernante, pues quien mejor evaluado cerró octubre lo hizo con 62.4 puntos: el coahuilense Miguel Riquelme.

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Basta con echar un vistazo a la no muy relevante cuenta de Twitter del gobernador michoacano para ver que se comporta como todo un fan del presidente, pero en definitiva si quiere apoyar en verdad al ejecutivo federal, más que subir sus selfies con él, debería enfocarse en cumplir con sus obligaciones como gobernante y así todos ganaríamos.

Seguramente Ramírez Bedolla, por mucho que guste de emular al presidente no se va a lanzar a la aventura de refrendar su gobierno por medio de una consulta popular, a menos que desee abandonar su puesto prematuramente. De igual modo, de seguir la senda que lleva es muy poco probable que para 2027 Morena pueda repetir en la gubernatura.

Considerando lo bajo que era el rasero al cierre de la administración de Aureoles Conejo, es sorprendente que el actual gobierno haya logrado tan baja popularidad, consecuencia de su poca efectividad y de representar más de lo mismo de los últimos 20 años.

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