García Luna justicia o distracción
Foto. Cortesía

Francisco Lemus | Twitter: @PacoJLemus

A miles de kilómetros de las fronteras nacionales fue enjuiciado y encontrado culpable, el otrora súper policía de los gobiernos panistas: Genaro García Luna. Para algunos fue motivo de celebración y para otros una razón más para mirar a otro lado y fingir demencia, cual si en vez de justicia se tratara de pleitos entre porras de equipos de fútbol.

Mientras que los adeptos al presidente López Obrador y Morena celebran la decisión cual si hubiera sido un triunfo de su líder; los simpatizantes del ex presidente Felipe Calderón buscan pretextos para desvincularlo de su mano derecha en la “guerra contra el narco”, la cual, ya cerca del final de su sexenio, dejó de ser guerra por arte del discurso.

Tristemente, este conflicto y, sobre todo, la estrategia de seguridad de Calderón cuyo principal objetivo era legitimarlo tras unas elecciones llenas de suspicacias, tuvieron consecuencias reales en la vida de miles de mexicanos.

La fallida guerra, que hoy ya no sospechamos, estamos seguros, estuvo dirigida a privilegiar a un grupo criminal; costó la vida de miles de mexicanos, a la vez que dañó para siempre a nuestra sociedad. Al día de hoy sigue provocando ríos de sangre en toda la geografía nacional.

Las secuelas de la corrupción y la violencia que caracterizan al México de las últimas décadas ya han provocado graves costos sociales y económicos. Si bien esto no es responsabilidad únicamente de los gobernantes, su papel es fundamental en la trayectoria que estos problemas sigan.

Por ello, no sólo García Luna, también el resto de funcionarios ligados a él y sobre todo, el responsable de haberlo asignado a las labores y de vigilar su proceder deben ser presentados ante la justicia. Ya que a los panistas les gusta la fama de emprendedores, habría que preguntarles cuál sería la sanción a un líder que no revisa el desempeño de sus subalternos.

Y si en las empresas las malas decisiones de sus directivos suelen tener consecuencias graves, no se diga para una nación. Cuál es el costo de una generación entera, la que ya de por sí carecía de oportunidades, ahora enfrentarse a una violencia sistémica, una violencia que poco tiene del glamour que le revisten series de internet y películas.

Pero dado que en el actual gobierno no es posible asegurar que esa corrupción esté verdaderamente erradicada, y sobre todo los encargados de la política de seguridad siguen siendo los mismos, es muy difícil sino es que imposible, que la justicia deje de utilizarse como slogan en una lucha que solamente es electoral.

Las acciones y omisiones de García Luna costaron vidas, y seguramente empañaron las de otros miles de mexicanos que ya difícilmente podrán ser parte integral de una sociedad que les ha mostrado su rostro más cruel.

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Por esas víctimas vale la pena celebrar que el otrora súper policía no podrá más gozar de su riqueza malhabida, ni siquiera de la luz del sol. Pero México está lejos de haber llegado a algo parecido a la justicia, más aún está a años luz de hacer de la justicia el verdadero objetivo de sus funcionarios en la materia. Y para muestra de ello basta con observar el triste desempeño del fiscal Gertz Manero, quien figura más por escándalos e incompetencia que por cualquier otra cosa.

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