Preescolar Magallanes de Curimeo Panindícuaro
Foto: Óscar Tapia Campos

En el preescolar “Magallanes” de Curimeo, municipio de Panindícuaro, las educadoras experimentan frustración, estrés y tristeza

Por Óscar Tapia Campos.

Panindícuaro, Michoacán.- Desde sus miradas llorosas que anuncian desencantos y con palabras agrietadas por las emociones encontradas que les carcomen el alma, las maestras del preescolar “Magallanes” de Curimeo, en el municipio de Panindícuaro, Michoacán, hablan de su zozobra y desasosiego por verse impedidas para realizar su labor, ya que padres y madres de familia no permiten que impartan clases a la niñez escolapia, debido a las pésimas condiciones estructurales en que están los edificios de la escuela de referencia.


La maestra María Ávila, directora de esa institución, enfundada en un delantal en el que se lee “Las manitas más pequeñas hacen las huellas más grandes”, advierte desde una seriedad impenetrable: “Nosotras queremos trabajar. Es una tristeza no poder iniciar el ciclo escolar. Estamos muy tristes porque no se nos deja realizar nuestro trabajo con los niños, tristes por no poder escuchar sus risas”.

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Por su parte, de la educadora Guadalupe Cisneros, con sus grandes ojos verdes empañados por un torrente de lágrimas que amenazaban con salir, admitió a voz en cuello: “es una frustración, es un estrés no poder convivir con los pequeños, porque son parte de nuestro día a día. Ya queremos estar con ellos, ya queremos nuestros salones, ya queremos tener nuestras cosas para poderles impartir las clases”.

Sin abandonar ni por un instante la adustez de su rostro, la maestra Ávila precisó que es muy triste no poder enseñarles a los pequeños lo que deben aprender, no estar en posibilidades de contribuir en su sociabilización, no apoyarlos en sus primeras letras. Sus palabras tenían un tono metálico debido al esfuerzo que hacía para no doblarse: “Queremos trabajar, pero debido a esta situación no podemos hacerlo. Nos sentimos impotentes”.

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Más emotiva, la maestra Cisneros reiteró: “es muy estresante, estresante, estresante y frustrante. Y, además, pues da coraje no poder realizar nada”. Después de su expresividad la educadora guardó un silencio sepulcral y ya no quiso emitir palabra, pero sus ojos dijeron mucho, muchísimo más de lo que había callado.

El Jardín de Niños “Magallanes” presenta graves problemas desde sus cimientos hasta sus techumbres. Fue construido hace más de 50 años sin zapatas adecuadas, sin castillos, sin dalas y muy a la ligera. Amenaza con derrumbarse, es por ello que, a decir de los padres de familia, los niños no van a asistir “porque eso es una bomba de tiempo”.