Morelia, Michoacán.- La quincuagésima primera edición del Festival Internacional de Órgano de Morelia, llegó a su final y ofreció un recital de órgano a cargo de Andrés Mojica y la Orquesta de Cámara del Festival de Órgano en la Catedral de esta ciudad.
Aquellas luces apagadas, ligeramente focos con colores brillantes hacían resplandecer los colores rosas de catedral, esta vez, un oscuridad invadía tanto la calle como el lugar.
Los asistentes apenas podían ver sus caras, no se necesitaba, la música de aquel órgano invitaba a las personas a prestar su atención a cada pieza, aquella penumbra cubría todo lo cercano al otro.
El eco perfecto de aquellos pilares conducía la música hasta los oídos de las personas, no se necesitaba de los otros sentidos, sólo uno en especial, escuchar la pieza bastaba para saber que aquel lugar, se había convertido en algo más que una iglesia.
Los retablos de la catedral parecían por fin tener vida, los rostros de mártires de iban perdiendo poco a poco, los ángeles retratados parecían descender de sus lugares para sobrevolar a los visitantes.
Aquella música parecía profana, no era la misma música sacra que se escucha en las misas, esta era más alegre y llena de matices en sus notas.
Las palabras sobran cuando un instrumento expone su majestuosidad, cuando impone a ser escuchado, cuando obliga a ser tomado en cuenta.
Los últimos resoplos de aquellas flautas llegaron a su fin, una vez más será acallado por un tiempo, al menos por este año, no sonará y la gente olvidará su existencia, hasta el próximo año, cuando a través de un festival vuelva a sonar.