Morelia, Michoacán.- “Primero somos mexicanos y después, guadalupanos”, reza un dicho popular entre la gente, mismo que se hace en referencia a que por tradición la mayoría de los mexicanos católicos e incluso algunos que se autodenominan “sin religión”, tienen para la virgen de Guadalupe, la patrona de los mexicanos.
A tres días de su fiesta, una de las más concurridas en todo el país, el arzobispo de la Arquidiócesis de Morelia, Carlos Garfias Merlos, destacó que contrario a lo que se piensa, va en aumento entre la juventud michoacana y moreliana. Al señalar que en agosto y octubre cuando salen las peregrinaciones a pie y ciclistas a la Basílica de Guadalupe, es “impresionante” el fervor y el número de peregrinos morelianos que acuden, en su mayoría, jóvenes.
“Por hablar de la peregrinación de Morelia a la Basílica. El fervor es impresionante y la gente empieza a entrar el 11 de octubre a la 1 o 2 de la mañana y cuando se realiza la misa es un lleno total en la Basílica, en el atrio y todos los alrededores. La misa es a las 6 de la mañana con peregrinos de pie, a las 11 con peregrinos ciclistas y es una gran afluencia. El amor a la virgen de Guadalupe es algo que está muy vivo y a nosotros los sacerdotes nos desafía fuertemente para dar la atención que requiere”, insistió.
En el caso particular de las visitas al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en Morelia, desde el 03 de diciembre (inicia novenario) se inicia con llenos totales en misas y otras celebraciones como rosarios rezados o cantados. Las “mandas” de irse de rodillas por toda la Calzada Fray Antonio de San Miguel no paran un solo día y el Templo se viste de flores.
Y es que como ninguna otra fiesta de corte religioso, la de la Guadalupana guarda un misticismo especial entre los mexicanos. Es la virgen que escogió a México para habitar, su color de piel y sus vestiduras son típicas de la gente mexicana de aquel 1531 cuando se apareció a San Juan Diego y le pidió edificar un Templo en su honor, mismo que a través de los años ha sido modificado e incluso cambiado y vuelto a construir por la falta de espacio ante el fervor creciente de los mexicanos.
El 12 de diciembre son millones de personas que viajan a la Ciudad de México, donde está la Basílica de Guadalupe, donde está el ayate real de Juan Diego, en el que la virgen se dibujó. Ese al que le han hecho gran cantidad de estudios para determinar su veracidad y del que expertos y científicos han señalado, mantiene una temperatura regular de un ser humano y los ojos al mirarlos con equipo especial, parecen reales.
Para muchos, la tilma de Juan Diego, al centro y a lo alto en la Basílica de Guadalupe es sinónimo de esperanza y reconforta a quienes así lo necesitan. “No estoy yo aquí que soy tu madre”, son palabras escritas en ese recinto, que para los mexicanos guadalupanos significan una verdadera promesa de amor. Es así que Carlos Garfias, estima una gran afluencia en el Santuario de Guadalupe para el próximo miércoles, cuando se celebra su fiesta.