POR: Enrique Rivera
A Florian y las compañeras.
Probablemente, el 8 M y el feminismo no se podrían entender sin las luchas sociales que dieron grandes mujeres en diversas partes del mundo y en diversas épocas.
Luchas que van desde lo político, lo armado, lo laboral, lo sindical, lo educativo, lo intelectual y demás, ejemplo de ello pueden ser, Rosa Luxemburgo, Simone de Beauvoir, Sojourner Truth, Virginia Bolten o La Comandante Ramona, esto sin menoscabo de todas y cada una de la mujeres –compañeras que luchan día a día desde diferentes trincheras.
Así mismo, también es necesario reconocer el movimiento obrero – feminista del 8 de Marzo de 1857 en Lower East Side en la ciudad de Nueva York, en donde las mujeres trabajadoras, costureras de una fábrica textil se organizaron y dieron la pelea por mejores condiciones laborales, posteriormente en 1908 obreras textiles mueren quemadas, encerradas en la fábrica Cotton Textile Factory, en Washington Square, también en Nueva York, ello durante la lucha por mejores condiciones laborales, mejores salarios, una jornada de trabajo menos larga y rechazo al trabajo infantil, también es necesario reconocer la importancia de las mujeres en la revolución mexicana de 1910, así como los movimientos feministas revolucionarios de durante la revolución Rusa de 1917, por mencionar tan solo algunos casos.
Es decir, la lucha feminista y la transformación social que está trae consigo, se puede remontar desde finales del siglo XIX y principios del XX, en donde la pelea paso de lo laboral, a lo político, social, educativo y económico.
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Sin embargo, a nivel global, “el sistema” buscando “legitimar” las luchas sociales antes mencionadas, celebra el Día Internacional de la Mujer el 8 de Marzo, ello, por acuerdo desde la ONU a partir de 1975.
Las concepciones del movimiento feminista varían de colectiva a colectiva, e incluso de autora a autora, pues las integrantes tienen ideas propias que construyen en base a la reflexión en conjunto, en asamblea, en círculos de formación política, en donde existen líneas en común, como el derecho a vivir sin violencia, en todas y cada una de sus manifestaciones, el empoderamiento femenino, el combate a las desigualdades o el amor entre mujeres.
En donde un horizonte que aborda el feminismo, transforma en lo social también, por ejemplo señalando la erradicación del maltrato laboral, la explotación en todas sus características, el acoso, la devaluación de los sujetos, el amedrentamiento, el racismo, el clasismo, el colonialismo, que impactan de manera directa o indirecta la vida de miles de personas en todo el mundo, que en ocasiones parece dibujar lejano el proceso de emancipación y equidad social.
Por ello, quizá es importante conocer y re-conocer la importancia del feminismo como un proceso histórico social, como proceso que hereda reflexiones y acciones colectivas que pueden dejar un mejor hoy y un mejor mañana, en donde es necesario reconocer el potencial revolucionario de las mujeres campesinas, jornaleras, indígenas, migrantes, profesionistas, profesoras, desempleadas, obreras y amas de casa; así como el potencial revolucionario – social de hombres y familias enteras, en donde todos y todas luchan codo a codo, hombro a hombro, por eliminar y reconocer las diferencias de género y sus desigualdades, las diferencias de clase, de pertenencia étnica, por alguna discapacidad intelectual o motora, preferencia, orientación o identidad sexual.
En conclusión, se podría exponer que el feminismo en su concepción amplía, así como las manifestaciones del 8 M, con todas sus características, aportan pensamientos y trabajos políticos, sociales, educativos y económicos, que permiten construir algo mejor en beneficio de todos y todas en los movientes sociales como los campesinos, migrantes, desaparecidos, sindicalizados, estudiantiles, desplazados por violencia o los LGTBQ+ cada rincón del mundo.