El exobispo ganador del Premio Nobel de la Paz, está acusado por pederastia hacia varios adolescentes entre las décadas de 1980 y 1990
De acuerdo con la revista holandesa ‘De Groene Amsterdammer’, donde se publicó una investigación que recaba los testimonios de las víctimas de abuso sexual por parte del Obispo Carlos Felipe Ximenes Belo, el Vaticano afirmó que impondrá “sanciones disciplinarias”.
El actual representante del Vaticano en Timor Oriental, Marco Sprizzi, confirmó por teléfono que el Vaticano está estudiando unas denuncias de supuestos abusos sexuales contra menores por parte de Ximenes Belo en los años 1990.
El caso contra Carlos Felipe, que se encuentra actualmente en Portugal, ha sido destapado por la revista holandesa “De Groene Amsterdammer”, que entrevistó a dos supuestas víctimas.
“Todo está en manos de la Santa Sede y ellos están estudiante el caso. Ciertamente, publicarán pronto un comunicado”, indicó a Efe Sprizzi, quien subrayó que en la Nunciatura timorense no han recibido ninguna denuncia y que no son competentes en este caso.
¡Una vez más! La Iglesia comete delitos
Ximenes Belo, de 74 años, se convirtió a principios de los 1980 en representante de la Santa Sede en Timor Oriental durante la violenta ocupación por parte de las fuerzas de Indonesia, entonces bajo el dictador Suharto.
En 1996 recibió el Premio Nobel de la Paz junto con el diplomático timorense José Ramos-Horta por su trabajo en favor de la paz y la reconciliación en el pequeño país de mayoría católica enclavado en el archipiélago indonesio, donde la mayor parte de la población profesa el islam.
La adolescencia más trágica
Según una investigación propia del semanario de Ámsterdam, varias personas aseguraron ser víctimas de abusos sexuales en su adolescencia por parte de Carlos Filipe Ximenes Belo durante los años en los que Timor Oriental luchó por su independencia de Indonesia, entre 1975 y principios de los 1990.
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La revista neerlandesa explica que habló con veinte personas: funcionarios, políticos, trabajadores de ONG, personas de la iglesia y otros profesionales que conocían personalmente a al menos una víctima de Belo.